Cuando afirmamos que Quique Antún es el estratega político más completo que tiene el país, no lo hacemos movidos por el afán de hacernos simpáticos ante la gala del líder de virtudes promisorias, sino estableciendo un alto sentido de justicia frente a la égida del dirigente que con mayor realismo ha interpretado la historia, desatando sus nudos y estableciendo mecanismo de acción para mantener a flote el partido y para enrumbarlo hacia el logro de sus objetivos tácticos y estratégicos.

En un país en donde la oposición al gobierno es prácticamente nula, no sólo por la arrogancia gubernamental y su política de exterminio, sino también por la actitud contemplativa y colaboracionista de una oposición que en una proporción importante ha desertado del cumplimiento de su misión para acomodarse en el disfrute de las canonjías y la vida muelle que se logra desde una poltrona gubernamental.

Ese inmenso vacío de oposición, que deja prácticamente a la intemperie a los ciudadanos, sin los mecanismos políticos que les permitan articular políticas en defensa de sus intereses y les bride protección ante los excesos gubernamentales, ese vacío, repito, está siendo suplido por el PRSC mediante la puesta en práctica de una estrategia de aposición diseñada por Quique, la cual se fundamenta en la demanda y presentación de propuestas tangibles para la solución de los problemas que mantienen a los ciudadanos en condiciones deplorables de postergación social y sin esperanza de cambios mientras persista el actual modelo económico que hace a grupos minoritarios muy ricos, y a la inmensa mayoría, muy pobres.

Quique está haciendo un trabajo de pinza, no hace oposición por oposición, como era el estilo de los años de Guerra Fría, sino que el líder se mantiene positivo en la crítica a los problemas, pero también en las propuestas para resolverlos, en un estilo novedoso de renovar la fe de los ciudadanos en su país y de sembrar la esperanza de que tenemos las fuerzas necesarias para modificar el cuadro ominoso que nos arropa, por un futuro promisorio para el disfrute de todos.

El líder sabe perfectamente que sin los auspicios de un partido fuerte, coherente, disciplinado y unido, la gran tarea por la democracia y el desarrollo social y económico sería una empresa baldía. Pero también sabe que ese partido debe ser construido y hacerlo un ente poderoso, con la representatividad, el vigor, la energía y la eficacia suficientes para concitar el respaldo público traducido en votos.

Y, está trabajando de manera febril, está movilizando los tres ejes principales sobre los cuales debe girar un partido, como son la organización, la comunicación en sus diversas formas y la educación política que nos ofrece las herramientas teóricas-prácticas que nos permitirán intervenir los procesos con eficiencia.

Quique está construyendo un partido nuevo que será para siempre el soporte de nuestra democracia, pero también el instrumento liberador de los oprimidos del país. Un partido que postula por una revolución económica, que demanda el cambio de modelo imperante, que denuncia los excesos gubernamentales, que clama por una verdadera justicia social sostenida en una distribución justa y equitativa de las riquezas nacionales.

El líder sabe que el momento de la demagogia y el populismo ha sido vencido en el mundo, por eso plantea en sus intervenciones su compromiso y el de todos los reformistas de hacer un partido nuevo para un país que aspira transitar por caminos nuevos.

Porque no es justo, es una incongruencia total que a pesar del inmenso crecimiento que ha tenido el país en los últimos 50 años, no se haya resuelto ni uno solo de los problemas que gravitan en nuestro suelo, tal es el caso de los apagones, el desempleo, la salud, los bajos salarios, la inseguridad, la corrupción y otros que lejos de reducirse, se han ido agravando.

Por eso es que Quique está construyendo un nuevo PRSC, porque sabe que sin un partido fuerte nunca será posible lograr el cambio social que demanda y requiere el país. Un partido que será, como siempre lo ha sido, un patrimonio de la República y de los reformistas, una garantía de progreso, paz y libertad para todos.

Por: Sergio Acevedo