Por: Sergio Acevedo.

El candidato mejor valorado de la oposición, conforme a los resultados de la firma encuestadora Lupa Research, es el ingeniero Quique Antùn, quien ostenta la representación de nuestro partido para optar a la presidencia de la República, en las elecciones a celebrarse en mayo del 2016.

Por: Sergio Acevedo.

El candidato mejor valorado de la oposición, conforme a los resultados de la firma encuestadora Lupa Research, es el ingeniero Quique Antùn, quien ostenta la representación de nuestro partido para optar a la presidencia de la República, en las elecciones a celebrarse en mayo del 2016.

Existe una multiplicidad de factores que sirven de base para arrojar los resultados espléndidos del último sondeo de la indicada firma encuestadora, la que consolida, con su investigación, un fenómeno que ha sido positivamente apreciado por los estrategas reformistas, como es el caso de que Quique está marcando una tendencia en su crecimiento y que la misma resulta indetenible porque se trata del único candidato que en la actualidad está conectando con el pueblo en el planteamiento de sus demandas y en la oferta de soluciones tangibles a los problemas nacionales.

Quique avanza con pasos de gigantes, de manera imbatible, recia en su trayectoria, porque está sintetizando con sus propuestas las demandas de un pueblo que ha sido sometido al calvario de sufrir la ignominia atroz de gobiernos  cuyas políticas han constituido mecanismos para agenciarse bonanzas de acumulación para sus integrantes, mientras han sumido al país a una miseria que lacera la conciencia de los entes más indiferentes.

Quique Antùn demuestra su experiencia política alimentada por sus largos años de ejercicio desde el mismo instante en que asume la presidencia del PRSC. Lo primero es que inicia un proceso febril y entusiasta de reorganización que abarca a todos los organismos partidarios, convencido de que lo importante para luchar por el poder era el partido, sin el cual no podríamos alcanzar las metas propuestas.

Asume el reto y se lanza  –pràcticamente- a hacer un nuevo partido, un nuevo comienzo. Moviliza el poder de los jóvenes y las mujeres, inyecta esa sangre en las arterias de la organización, impone una disciplina operante que frena en seco las viejas prácticas del caciquismo, introduciendo mecanismos de trabajo realmente democráticos y participativos en los organismos formales de la entidad.

Quique reafirma su impronta de estratega y estadista, modula un partido en desbandada al momento de su llegada, un partido en donde reinaba la indisciplina, y crea una nueva dinámica de trabajo, aglutinando y convenciendo a los diversos sectores del PRSC con la prédica de que lo principal era sanear el partido, rescatarlo del marasmo en que se encontraba, persuadido de que sin partido no podría haber retorno al poder.

Y bajo esa égida y ese discurso logró establecer un eficaz mecanismo de consenso en la toma de decisiones, el cual se convirtió en una fortaleza inexpugnable que permitió que el PRSC asimilara la salida del más notable de los caciques, lo mismo que de los pocos dirigentes que equivocadamente se lanzaron a hacerle campaña al líder peledeista que en la actualidad no sólo ha sido rechazado por la población, sino también por su propio partido.

Quique Antùn le puso fin al caciquismo, una especie de dominación y despotismo, para abrirle las puertas a la democracia, a la participación, a la colaboración auspiciosa por medio del consenso. Y esa estrategia está aportando sus frutos porque está permitiendo el crecimiento de nuestro partido y el posicionamiento de nuestro líder de manera indetenible, tendencial.

Junto al trabajo partidario, está la prominencia de una oposición vertebrada en base al tratamiento de los aspectos más relevantes de la problemática nacional, señalando los problemas tangibles, acuciantes, y presentando alternativas de solución sin obstrucción alguna como corresponde a un político democrático.

Quique Antùn aspira a realizar un gobierno que respete el sentido de igualdad entre los ciudadanos, que patrocine mecanismos efectivos de seguridad social y  justicia distributiva, un gobierno que combata la pobreza, lo que significa inversión en  la creación de empleos, en educación, en salud, en garantía de  seguridad para todos los ciudadanos.

Por eso es que Quique está creciendo de manera geométrica en la estimación pública, presentando una candidatura que avanza, que no se detiene y que apunta, en el clímax de su efervescencia, a superar a todos sus oponentes.