Por Sergio Acevedo.

El conmemorarse hoy el Día Internacional del Obrero, la situación de los trabajadores de todo el mundo y, especialmente, la de los asalariados dominicanos, no puede ser peor. 

Por Sergio Acevedo.

El conmemorarse hoy el Día Internacional del Obrero, la situación de los trabajadores de todo el mundo y, especialmente, la de los asalariados dominicanos, no puede ser peor. Los bajos salarios, la discriminación, la violación a la libertad sindical y a los propios derechos humanos, la inseguridad, son factores que afectan sensiblemente al trabajador, en sentido general, y lo arrastra directamente hacia la pobreza.

En nuestro país, el drama que sufren los trabajadores no puede ser mayor, debido a las distorsiones que se operan en el modelo económico que solo protege al capital, mientras afecta a la mano de obra, que es el componente principal en la creación de riqueza.

El capital por sí solo no produce nada, el valor se lo agrega la mano del trabajador que es el que transforma con su esfuerzo la materia y le añade valor. Sin embargo, los capitalistas nativos no entienden que los factores de producción no son otros que la tierra, el trabajo y, por último el capital. Con los dos primero se puede producir y, de hecho, hubo en la historia periodos en que el hombre producía bienes de consumo sin la presencia del capital.

La lucha de los trabajadores está centrada en estos momentos en lograr un aumento salarial por el orden del 30%, como una forma de indexación de la reducción salarial producida por la inflación, algo que debería ser automático si tuviéramos empresarios conscientes de sus roles en el ordenamiento social.

El capital nativo, ambicioso y atrasado, que ha navegado toda la vida asido a las ventajas y canonjías que le ofrece el poder político, lejos de obtemperar al justo reclamo de los que generan el mayor aporte en los beneficios de sus empresas, lo que procuran es desconocer conquistas de añejas vigencias en nuestro Código Laboral que, incluso, se mantuvieron reinantes, de algún modo, durante el dictadura de Trujillo.

Estamos retrocediendo en materia de conquistas sociales y esa situación afecta a los trabajadores, de eso no hay duda, pero también limita el desarrollo de las empresas porque aflige su rentabilidad. Todos los grandes teóricos de la administración coinciden en que la empresa  tiene que crear un ambiente óptimo, de seguridad y garantía, de estímulos positivos, lo que hará que el grupo sea más rentable y obtenga mayores ganancias en su ejercicio.

Las amenazas que penden sobre los trabajadores del país, las cuales entrañan violaciones a la libertad sindical y al Código de Trabajo, han motivado que sus principales líderes acudan ante el liderato político en busca de apoyo solidario a sus justas demandas.

Nuestro partido, por vía de su presidente y líder, ingeniero Quique Antùn, ofreció su respaldo a las propuestas de los trabajadores en visita que hicieran hace algunos meses, procurando apoyo para en sus demandas de aumento salarial,  una auténtica libertad sindical, seguridad social, negociación colectiva, capacitación profesional, respeto a su capacidad física e intelectual, a su intimidad y a su dignidad personal.

Quique Antùn, heredero de las más auténticas tradiciones en el quehacer político de Balaguer, ha estado toda la vida identificado con las reivindicaciones de los trabajadores dominicanos. Con el respecto a su dignidad, por su valoración como ente importante en el proceso de producción.

Quique ha sido constante en su predicamento y, sin ánimo de quitarles méritos a otros actores, el líder reformista ha sido uno de los abanderados más notables en la defensa del trabajador dominicano, ya que fue el primero que se pronunció en favor de que las empresas públicas y los ingenios fueran convertidos en módulos de producción cogestionados, con participación del trabajo y el capital, tanto en la administración, como en los beneficios.

Esa propuesta la hizo a mediado de los años 80s, estando bastante joven, y la misma fue ponderada de manera positiva por varias figuras relucientes del periodismo de opinión, cuyos juicios, en aquel entonces, no estaban condicionados por intereses ajenos a la profesión.

Quique  Antùn ha sido un amigo tradicional de los trabajadores, ha propugnado por su mejoría integral, ha sido un defensor no solo del salario, sino de su dignidad, de su condición de persona, de su capacidad para crear riqueza y para participar en los beneficios generados por su trabajo.