Por Ing. Pedro Ramírez.

A pesar de que los Santos Reyes Magos no llegaron con su habitual carga de regalos a la casa del excéntrico Andrés Vanderhorst, la siempre piadosa Vieja Belén se acordó del genial personaje, y alarmada por el lamentable olvido de sus majestades Melchor, Gaspar y Baltazar, la gran matrona, 

Por Ing. Pedro Ramírez.

A pesar de que los Santos Reyes Magos no llegaron con su habitual carga de regalos a la casa del excéntrico Andrés Vanderhorst, la siempre piadosa Vieja Belén se acordó del genial personaje, y alarmada por el lamentable olvido de sus majestades Melchor, Gaspar y Baltazar, la gran matrona, fiel a su devoción cristiana, colmó al protagonista de esta crónica con los más esplendorosos y caros juguetes, regalos que han llenado de alborozos y de patética alegría a Andresito, pero que también le llenaron los bolsillos de canonjías para aumentar su regocijo y poner fin a la depresión económica vivida desde que el inefable Leonel Fernández lo dejó sin empleo.

El semblante físico de Andresito ha cambiado, la alegría ha vuelto a su rostro estropeado por el tiempo, sus vestimentas compiten con los grandes diseños de artistas americanos y europeos, los que aumentan sus galas con el notable esplendor de sus bolsillos repletos de los ingentes tesoros ofrendados por la gran madre de los niños desamparados y olvidados.

Ya no hay tristeza en el semblante de Andrés, todo es regocijo, hizo el negocio del siglo con la venta de su esqueleto de partido, con el cual ha estado escalando la montaña de la prominencia social sin haber pensado nunca en que otros niños se han quedado sin juguetes. El negocio de La Estructura, un partido que solo se activa cada cuatro años y que ha logrado mantener su registro gracias a las transacciones y a su fino olfato de negociar siempre con el que va a ganar, ha sido en estos momentos su mejor registro en materia de oferta y demanda.

Amable Aristy, vistoso con el atuendo de la Vieja Belén, no sólo proporcionó gruesas sumas de millones en pesos, sino también en dólares para comprar unas siglas amorfas, sin gente, pero llena de oprobios que desnaturalizan la esencia de la política, que es ciencia y arte para la conquista del bien común.

Andrés está buchú, el bienestar ha tocado sus puertas en estos momentos de degradación de la política, pero a la vez estelares porque la esperanza de que podamos cambiar ese cuadro de vileza por un mecanismo de adecentamiento de la actividad humana de mayor vigor y trascendencia, está presente y late en el alma de una ciudadanía que tiene sus reservas morales y el dinamismo para cambiar el modelo, en esa juventud vibrante que se prepara día a día para asumir los retos del futuro.

El progreso, el cambio, la justicia social habrá de venir para nuestro pueblo, de eso no abrigamos la más mínima duda, vendrá más temprano que tarde, porque ya se están abriendo las compuertas y el país adquiere cada vez mayor conciencia de que tenemos que modificar radicalmente el presente esquema de privilegios excluyentes, por un mecanismo de participación mediante el cual las riquezas puedan ser disfrutadas por la mayoría de los ciudadanos.

La política debemos adecentarla, pero tenemos también que hacerla operante, nuestro país se adentra a un cambio necesario y trascendente, desde ya se están creando los mecanismos idóneos que habrán de motorizar ese proceso, se está diseñando la fórmula para perfilar la política y retornarla a su verdadera esencia, que no es otra que la de consolidar los mecanismos de poder para servir a las mayorías, especialmente, a los socialmente débiles.