Por Ingrid Yeara

Candidata Diputada y Miembra del Directorio Presidencia

Desde que tengo uso de razón estoy participando en política, a través de los años he visto como esta se ha ido degradando a tal punto, que ya no se hace política por amor a la patria y por ser un ente productivo para el partido político al cual se pertenece y desde luego al país.

Por Ingrid Yeara

Candidata Diputada y Miembra del Directorio Presidencia

Desde que tengo uso de razón estoy participando en política, a través de los años he visto como esta se ha ido degradando a tal punto, que ya no se hace política por amor a la patria y por ser un ente productivo para el partido político al cual se pertenece y desde luego al país.

Se hace imperativa la necesidad de desmontar la mala práctica de dirigentes y militantes, de que todos los que participamos en política tenemos que tener un cargo.

Es urgente que volvamos a nuestras raíces y trabajemos política por amor, donde luchemos por el bienestar colectivo de la sociedad, abogando por un mejor sistema de salud, educación, creación de empleos, tantos urbanos como rurales, y una mayor participación o distribución de financiamientos a través de las PYMES, lo que creará oportunidades para los que menos pueden.

Los miembros de partidos políticos no podemos aspirar a un cargo en el Estado, el dinero del Estado debe usarse para el bien común, donde nuestros niños y ancianos tengan mejor calidad de vida, que nos permita ir avanzando en las clasificaciones que nos mantienen estancado como un país subdesarrollado.

Los políticos debemos combatir temas como el narcotráfico y en los últimos años vemos con mucha pena como muchos se hacen aliados de estos, aceptando su financiamiento en campaña y a veces, lo vemos a ellos mismos aspirando a posiciones electivas.

Vemos como dirigentes políticos de larga data, renuncian simplemente porque no le garantizan una candidatura, dejando evidenciado que tanto tiempo de lucha, no era más que por prebendas personales, que nunca sintieron tal espíritu de lucha.

Hoy con el corazón en las manos, le hacemos un humilde llamado de reflexión a la clase política, para recuperar nuestra credibilidad, para que la gente no tenga tan mala percepción de nosotros y sobre todo, para que de una forma sincera y desinteresada podamos aportar al desarrollo de nuestro país y no al de nuestros bolsillos.