En la portada del inicio del nuevo año escolar, las quejas por los aumentos experimentados en los útiles escolares, principalmente los libros, es el orden del día entre los padres, muchos de los cuales tienen que comprar material de estudio para varios hijos que cursan en los diferentes niveles de la educación nacional.

En la portada del inicio del nuevo año escolar, las quejas por los aumentos experimentados en los útiles escolares, principalmente los libros, es el orden del día entre los padres, muchos de los cuales tienen que comprar material de estudio para varios hijos que cursan en los diferentes niveles de la educación nacional.

Al incremento en los precios de los libros, cuadernos, uniformes, mochilas, entre otros, se le agrega el incremento en los precios de las colegiaturas, ya que es una tradición que los colegios privados aumenten los precios de inscripción y matriculación a niveles insostenibles, lo que afecta sensiblemente los presupuestos de cientos de miles de familias que mantienen a sus hijos en colegios privados en base a muchos sacrificios.

Las autoridades dominicanas están empeñadas en motorizar una política educativa orientada hacia la formación de los niños en las denominadas tandas corridas, modalidad que pretende mejor el desempeño de los estudiantes aumentando el número de horas en los centros escolares, sin embargo, los resultados de esa política no se verán en lo inmediato, sino que la misma es una aspiración para el mediano y largo plazo.

El drama lo padecen los miembros de la clase media que hacen innumerables sacrificios para mantener a sus hijos en los colegios privados, los cuales son los que sufren los efectos de los altos precios de los útiles escolares, ante la mirada indiferente de los organismos regulatorios que no hacen nada por controlar la comercialización, principalmente de los textos, para que los mismos se expendan a precios justos.

Se estima que existe una colusión entre los que venden los útiles escolares y los propietarios de los colegios para que todos los asnos se presente el mismo drama, esto es, incrementos en los precios de manera desmesurada y cambio en los libros de manera que los mismos no puedan ser aprovechados por otros niños de la misma familia.

De nada han valido las quejas que cada año se elevan con relación al tema, puesto que todo parece indicar que los sectores vinculados a la comercialización de los libros de textos y demás útiles escolares, son más poderosos que las propias autoridades encargadas de regular un servicio, como es la educación, fuente de conocimiento y herramienta de desarrollo del país.

No existe una verdadera voluntad en el sector oficial para corregir esta distorsión en la comercialización de un servicio tan sensible como es la educación. Se estima que el poder de los carteles que controlan la educación privada ha desbordado a las autoridades y estas se tornan impotentes para introducir reformas regulatorias en el sector.

Es urgente que tanto el Ministerio de Industria y Comercio, como la Dirección de Defensa al Consumidor, PRO-CONSUMIDOR, tomen algunas iniciativa que permitan proteger la economía familiar en materia de comercialización de los útiles escolares.