Nuestra colaboración pasada advertía la necesidad de prepararnos ante contingencias como migración haitiana, injerencias internacionales y fiscalidad presupuestaria. No nos imaginábamos que en apenas una semana estas contemplaciones se consumarían mediante una grosera e irracional compulsión de la CIDH.

Nuestra colaboración pasada advertía la necesidad de prepararnos ante contingencias como migración haitiana, injerencias internacionales y fiscalidad presupuestaria. No nos imaginábamos que en apenas una semana estas contemplaciones se consumarían mediante una grosera e irracional compulsión de la CIDH.

Dada la posición adelantada por el Gobierno, los próximos pasos conducirían a ignorarla, recurrir a otra instancia o solicitar la suspensión prevista en el Art. 27 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos argumentando que amenaza “la independencia o seguridad del Estado”. Independientemente de los pasos escogidos, debemos de prepararnos para otra contingencia que pudiera presentarse: Que se dificulte el financiamiento de los US$4,000 millones previstos en el presupuesto 2015.

La CIDH, parte del sistema interamericano, tiene como epicentro la OEA, organismo que ha escenificado otros episodios groseros con nuestra nación y latinoamérica. Recordemos la legitimización de la ocupación militar al país en 1965 a través de la Fuerza Interamericana de Paz y el embargo a Cuba todavía vigente. Dentro de la radicalidad revolucionaria, la OEA es calificada instrumento de los EEUU. Pero debemos dejar constancia que las potencias no son infalibles, llegando a cometer errores que conspiran contra sus propios intereses. Contraviniendo las advertencias de Churchill y De Gaulle, el manejo de EEUU posterior a la II Guerra Mundial favoreció la expansión comunista que luego calificaría como “amenaza internacional”.

Del apoyo a Batista en Cuba emergieron íconos revolucionarios como Fidel y Ché. El consenso de Washington viabilizó que el socio-populismo latinoamericano alcanzara poderes, democráticamente, que nunca había logrado mediante violencias. De los rebeldes apoyados para neutralizar la intervención rusa en Afganistán surgió Al-Qaeda, luego anatemizado como terrorista. Los rebeldes armados contra gobiernos del Medio Oriente, contraviniendo advertencias rusas, dan dolores de cabeza a occidente al propiciar el Estado Islámico.

De materializarse las compulsiones de la CIDH, se tendría que incurrir en erogaciones y desmantelar nuestro andamiaje jurídico: Dos de sus nueve disposiciones conducen a modificar nuestra Constitución y otra irrumpe decisiones del TC, conspirando contra la institucionalidad vigente y exponiendo al país a una especie de estado de emergencia previsto en la citada Convención.

Pero no solo la dominicanidad resultaría perjudicada sino la propia comunidad internacional que propicia solucionar problemas mediante la Isla única e indivisible; puesto que toda la isla, ya no solo Haití, pudiera caer en desertificación e indigencia, revirtiéndose contra propulsores.

La dominicanidad responsable debe ponerse de pie, junto al Gobierno, para enfrentar la grosera compulsión que nos quieren imponer, conspiratoria contra sus autores y la dominicanidad; eso sí, advirtiendo la obligatoriedad de rescatar la fiscalidad disciplinada para blindarnos ante otra eventual contingencia originada en restricciones financieras internacionales..