Recientemente, Humberto Salazar escribió en su parcializado, politiquero y amarillista blog “Chispas”, un artículo en el cual intenta mejorar su imagen al querer asemejarse al ex vicepresidente Reformista y candidato presidencial del PRSC en las elecciones del 1996. Don Jacinto Peinado. De quien dice haber aprendido a ser como es.
Por: Leonardo Gil
Recientemente, Humberto Salazar escribió en su parcializado, politiquero y amarillista blog “Chispas”, un artículo en el cual intenta mejorar su imagen al querer asemejarse al ex vicepresidente Reformista y candidato presidencial del PRSC en las elecciones del 1996. Don Jacinto Peinado. De quien dice haber aprendido a ser como es.
Después de leer y re-leer dicho artículo. No nos queda más que dudar si el mismo fue escrito a modo de sarcasmo, burla o auto-promoción aprovechando la buena imagen ajena.
El Salzar incluso llega al punto de hacer referencia a una de las múltiples ramas de Hinduismo al citar que el mismo “… sostiene que los seres humanos nos convertimos en eternos por el recuerdo de los que nos conocieron mientras estuvimos en el mundo de los vivos, y resucitamos volviendo a la vida cada vez que alguien nos menciona”.
Nos parece muy bien que el Dr. Sarzal esté en búsqueda de paz para su alma atormentada leyendo textos de espiritualidad universal. ¡Ojala y muy pronto se encuentre de frente con las tres leyes de conocimiento oriental a tomar en cuanta antes de hablar. Las cuales indican que : “Antes de hablar, medita si lo que vas a decir es útil, Bueno y verdadero. Si una de estas tres cualidades no está presente, vale más tu silencio” o, según versión de Shridi Sai Baba (1856 – 1918) “Antes de hablar, pregúntate si que dices es amable, necesario y veraz; y si lo dicho aporta más que tu silencio”.
Salazar alaba las cualidades de Peynado y dice haber aprendido de ellas, sin embargo, no deja de disfrutar entre líneas las “Bellaquerías del PRD”
Continúa diciendo de Peynado… “era leal con sus amigos, frontal, decía su verdad a quien quisiera escucharlo y abría las puertas de su hogar y lugar de trabajo al más humilde de los compatriotas del partido para escuchar sus quejas o cubrir sus necesidades.
Con ese método, diferente y abierto, construyo una estructura política imbatible, donde no existía nada; le ganó los callejones y los barrios al PRD con acciones sociales que realizaba sin esperar a cambio el voto de nadie, y sin preguntar el partido a que pertenecían sus receptores”.
Hasta aquí su alago a Don Jacinto Peynado, puesto que luego lo denigra al compararlo consigo mismo, diciendo:
“Tuve el privilegio de acompañarlo en casi todas sus campañas electorales, siempre usándolo como ejemplo para compartir mi vida en el sector profesional privado con la actividad política, porque aprendí muy temprano que la única forma de tener independencia de criterio es que tu vida no dependa de un cargo en el gobierno”.
En otras palabras. No aprendió de Peynado la lealtad y buenas características de Peynado. Si no que aprendió, a su manera, la independencia de criterio, que ha venido utilizando en el aspecto opuesto al uso de su supuesto mentor, quien lo hizo para unir, mientras Salazar las utiliza para dividir y crear rencillas.
Una vez más, se enorgullece de su temperamento agresivo al relatar:
“A pesar de mi temperamento muchas veces explosivo, arisco y confrontador, muy parecido al de Peynado, solo tuvimos una discusión en los largos años que nos conocimos, la que provocó mi alejamiento del grupo donde ejercí la política durante largo tiempo y escalé todas las posiciones posibles, desde médico de operativos en los barrios, hasta ser jefe de varias de sus campañas electorales”. Al parecer, en estas últimas líneas ya había olvidado su aseveración anterior de que: “… la única forma de tener independencia de criterio es que tu vida no dependa de un cargo en el gobierno”.
Pero también parece olvidar que esta discusión entre ambos, sobrevino por lo que, extrañamente, confiesa más adelante: “La ruptura política entre nosotros se originó en mi apoyo a Leonel” O sea que esta discusión fue originada por la traición de Salazar al hombre que supuestamente admiraba en alto grado, y no de forma inversa, como intenta insinuar.
Finalmente, nos dice Salazar: “Soy el producto de la escuela política de ese hombre con boca de diablo y corazón de Dios”. Aquí nos parece que el Sarzal lleva la blasfemia a su extremo, puesto que todo aquel que lea alguna de sus columnas, puede notar a simple vista que el Dr. Humberto Salazar lleva al diablo en la boca y el corazón.
Por: Leonardo Gil