Por Sergio Acevedo.

No deja de constituir un privilegio irritante, las exenciones impositivas focalizadas que el gobierno concede a numerosas empresas nacionales y extranjeras, las cuales operan en condicione desiguales con relación a otras que no reciben esas dispensas, lo que en verdad constituye una distorsión que el gobierno tendrá que ser cauto a la hora de tomar una decisión al respecto.

A pesar de que importantes voceros gubernamentales han dicho que la eliminación de las exoneraciones en el pago del ITBIS en la importación de materia prima y combustible no va a representar un aumento en los precio de los bienes y servicios, no hay que ser un experto en economía para visualizar un aumento en los productos de consumo, lo que va a afectar a las personas de menores ingresos.

Por Sergio Acevedo.

No deja de constituir un privilegio irritante, las exenciones impositivas focalizadas que el gobierno concede a numerosas empresas nacionales y extranjeras, las cuales operan en condicione desiguales con relación a otras que no reciben esas dispensas, lo que en verdad constituye una distorsión que el gobierno tendrá que ser cauto a la hora de tomar una decisión al respecto.

A pesar de que importantes voceros gubernamentales han dicho que la eliminación de las exoneraciones en el pago del ITBIS en la importación de materia prima y combustible no va a representar un aumento en los precio de los bienes y servicios, no hay que ser un experto en economía para visualizar un aumento en los productos de consumo, lo que va a afectar a las personas de menores ingresos.

Existen numerosas empresas que se ha demostrado que no necesitan el subsidio para operar y ser rentables, pero hay otras que en verdad tendrán grandes apuros, lo que las obligará a traspasar el costo adicional a los consumidores finales, lo que será un factor que va a generar inflación de manera automática.

La denuncia más frecuente que se hace a diario es que hay varias empresas que reciben exoneraciones fiscales, especialmente por la vía de la importación de combustible, que lo que hacen es vender el bien a terceros, con lo cual mantienen un negocio que les genera grandes beneficios, pero que saca de competencia a otras que no reciben similar trato.

Está claro que el gobierno necesita dinero para poder atender sus demandas corrientes y para la inversión en bienes de capitales y en la construcción de infraestructuras, tendrá que escarbar todas las fuentes de financiamiento a su disposición, pero debe manejarse con cautela a la hora de tomar decisiones de modo que no afecte en términos significativos a los más pobres.

El gobierno está nadando en aguas turbulentas en materia presupuestal, debido a los compromisos con el pago de la deuda que supera ya el 50% del PIB y los déficits que se vienen arrastrando desde hace años, los cuales se financian con nuevos préstamos. A esto se agrega la piñata dispendiosa de la dirección pública, la que está matizada por un alto componente de corrupción.

El gobierno puede perfectamente hacer una revisión a su política de gasto, eliminando del arsenal muchos egresos que no aportan nada al desarrollo nacional debido a que se hacen para cubrir compromisos políticos para mantenerse disfrutando del poder.

Entonces se precisa tener cautela antes de adoptar cualquier decisión, porque la eliminación de las exenciones va a afectar sensiblemente a la clase media, quien es la que paga los platos rotos en todo tipo de reforma económica.

Si se les quita el subsidio a los generadores eléctricos, no hay duda de que la tarifa se va a incrementar no se sabe a qué precio, porque se trata de un sector que opera sin control de las autoridades y con un poder avasallante con relación al Estado. Esa decisión va a desatar una espiral inflacionaria que abarcará todos los resortes de la economía.

Lo mismo sucederá con el transporte, todos los productos subirán de precio, la inflación será galopante. Lo mismo sucederá con las zonas francas, muchas se verán precisadas a cerrar afectando sensiblemente el empleo y, otras se irán a otros mercados en busca de condiciones que las hagan más competitivas.

El gobierno tiene que analizar todos los intríngulis del problema antes de tomar una decisión, tiene que sincerizar el gasto, hacerlo más transparente, favorecer las inversiones reproductivas y, sobre todo, pensar en la gente que son los sujetos del desarrollo y para la cual debe trabajar todo régimen.