Por Sergio Acevedo.

El candidato reformista, Quique Antùn, es el único ente político que en la actualidad está presentando propuestas encaminadas a atacar los focos de injusticias que afectan a la sociedad nacional, y lo está haciendo con mesura y gran prudencia,

Por Sergio Acevedo.

El candidato reformista, Quique Antùn, es el único ente político que en la actualidad está presentando propuestas encaminadas a atacar los focos de injusticias que afectan a la sociedad nacional, y lo está haciendo con mesura y gran prudencia, como corresponde a un político veterano que tiene la voluntad de abordar en su gestión los aspectos troncales de la problemática del país.

El drama nacional no soporta más tiempo para ser enfrentado de manera firme, porque no resultan justicieras las condiciones de abandono y de postergación social en que viven millones de dominicanos, hacinados y excluidos de los beneficios económicos y sociales que genera la nación, beneficios que reciben un grupo de privilegiados, mientras la mayoría de los dominicanos viven en condiciones deplorables de miseria extrema.

No existen limitaciones en los temas, lo que constituye una revelación fehaciente de que nuestro candidato, en materia de sensibilidad social, es el referente más puro que tiene Balaguer, pero a la vez, Quique reafirma su independencia de los grupos de poder –políticos y económicos- existentes en el país, grupos que son los causantes, por sus ambiciones, de los trastornos y de la miseria que vive nuestro pueblo.

Llama la atención la posición de Quique con relación al salario que reciben los trabajadores en el país, tema que ha venido debatiéndose desde hace meses sin que se vislumbre un acuerdo satisfactorio entre las partes, esto es, empresarios y obreros.

Ningún país en el mundo, con los niveles de crecimiento que tiene la República Dominicana, arrastra tantas distorsiones e injusticias en la redistribución de los ingresos. Nuestros salarios no satisfacen las más mínimas condiciones requeridas como mecanismos de compensación al esfuerzo de los trabajadores, en la práctica obran como elementos de explotación, iniquidad, exclusión y postergación social de quien construye la riqueza.

Quique demanda y plantea la aplicación de un salario justo a los trabajadores, un salario que les permita satisfacer sus necesidades básicas, que sea suficiente para compensar las demandas normales de la familia en el orden material, social y cultural, y para proveer para la educación de los hijos.

Ciertamente que la composición del salario, tanto en el sector privado, como en el público, crea un abismo insondable por la inmensa diferencia existe entre los ingresos que reciben las empresas en sus operaciones, con relación a los salarios de miseria que pagan a sus trabajadores, especialmente, el llamado salario mínimo, que es un signo del atraso y de la indigencia de sistemas que rondan con la esclavitud.

En el sector público la situación también es escandalosa, posiblemente más que en el sector privado debido a la brecha entre funcionarios que reciben de salario mensuales sueldos por encima del millón de pesos mensuales, mientras más del 70% de los trabajadores reciben salarios de 7 mil, con el agravante de que esos sueldos lujosos quien lo paga es el pueblo con sus impuestos.

Quique Antùn plantea la necesidad de un salario justo, pero también es sensible, humanista, y como es un discípulo de Balaguer, buscará alternativas de compensación para elevar cada vez más las condiciones de vida de los ciudadanos en general, ofreciendo verdaderas facilidades para que los pobres puedan tener su casa propia, acceso a la salud y una educación de calidad, lo mismo que a actividades culturales y de recreo dentro de la convivencia familiar.

Quique Antùn es el continuador de la obra de Balaguer, una obra destinada a satisfacer necesidades humanas,  a elevar las condiciones existenciales de los dominicanos sin tomar en cuenta razones sociales o de política partidaria. Nuestro candidato se encamina a transformar el país con la ayuda de Dios y la decisión del pueblo, porque cuenta con los atributos de sapiencia y sensibilidad para no sólo identificar los problemas, sino también atacarlos en sus esencias, en procura de la promoción de un desarrollo humano sostenible y del bienestar de todos los ciudadanos.