Por Sergio Acevedo.

A pesar de su naturaleza conservadora, desde el punto de vista conceptual, el Partido Reformista Social Cristiano es el único en el país que ha tenido un desempeño con una praxis política y de gestión de avanzada, ya que no se trata de un partido exclusivamente orientado hacia la defensa del estatus imperante, sino que ha sido un abanderado de los cambios sociales desde la perspectiva del sistema, es decir, sin alterar las reglas de la democracia.

Por Sergio Acevedo.

A pesar de su naturaleza conservadora, desde el punto de vista conceptual, el Partido Reformista Social Cristiano es el único en el país que ha tenido un desempeño con una praxis política y de gestión de avanzada, ya que no se trata de un partido exclusivamente orientado hacia la defensa del estatus imperante, sino que ha sido un abanderado de los cambios sociales desde la perspectiva del sistema, es decir, sin alterar las reglas de la democracia.

Nuestro partido ha sido fiel a las tradiciones cristianas y a los valores de la familia, defiende las libertades y los derechos de los ciudadanos, ha asumido una actitud firme en la defensa del patrimonio y las riquezas nacionales, lo mismo de los recursos naturales, los cuales ha defendido y protegido a plenitud.

Estos elementos configuran un esquema conservador, forman parte del torrente doctrinario y conceptual de las corrientes conservadoras, pero en nuestro caso el asunto va más allá, puesto que nuestro partido ha diferido notablemente de los partidos conservadores tradicionales y, aún más, de los propios partidos que en el país se han vendido como revolucionario.

A pesar de que no favorecemos los cambios radicales, ni el acceso a los estamentos de poder por medio de la violencia, creemos en la justicia social distributiva, por lo que entendemos que los bienes y las riquezas deben ser disfrutados y compartidos de manera equitativa por todos los seres humanos.

Reconocemos el valor de la propiedad como algo útil e inherente al desarrollo de la riqueza, pero entendemos que la misma no debe interferir con las bondades del bien común, por eso el gobierno reformista de Balaguer de 1966, inició un vasto programa de renovación de nuestros recursos naturales con el fin de rescatar los bosques y poner esos recursos al servicio del país, aunque para el efecto fue necesario afectar algunos intereses particulares que, posteriormente, fueron justamente compensados.

Lo mismo tuvo que hacer el presidente Balaguer cuando puso en marcha su programa de reforma agraria, programa que sacó de la miseria a cientos de miles de familias pobres del campo, a los cuales les proporcionó sustancia social y económica mediante el proceso de distribución de  tierra para los trabajadores del campo.

Por eso proclamamos que no somos un partido conservador al estilo tradicional, sino un partido de cambio social, de justicia distributiva, de opción hacia los más pobres, de libertad y democracia. Somos un partido moderado, con una posición centrista, muy alejada de los extremos, que aspira a continuar la obra transformadora y redentora de su líder histórico, esta vez desde una perspectiva moderna, para que todos los dominicanos puedan disfrutar de un bienestar justo y equilibrado.

De ahí la reiteración del presidente del PRSC cuando nos define como el partido del cambio. Somos el único que está desarrollando una política de compromiso, los demás han adjurado de sus antiguos postulados y se han convertido en verdaderos apóstatas de sus prédicas.