La insípida propuesta presentada por el Ing. Guillermo Caram, no resiste el más mínimo análisis, por cuanto la misma parte de un supuesto falso y, en ese tenor, se revuelca en los vericuetos de una encuesta insana que rompe los más elementales cánones éticos,
Por Sergio Acevedo.
La insípida propuesta presentada por el Ing. Guillermo Caram, no resiste el más mínimo análisis, por cuanto la misma parte de un supuesto falso y, en ese tenor, se revuelca en los vericuetos de una encuesta insana que rompe los más elementales cánones éticos, y que procura inútilmente desvirtuar el esfuerzo que hace el Partido Reformista, con su líder a la cabeza, en motorizar una acción política que permita cambiar el panorama de la República, hoy visiblemente trastornado por la incidencia de una multiplicidad de elementos negativos que gravitan en contra de la tranquilidad de los ciudadanos y la estabilidad de la sociedad en general.
A pesar de que el líder del PRSC, Quique Antún, siempre ha estado abierto a la concertación, y que ha sido tradicionalmente un abanderado del diálogo entre los políticos, en virtud de las particulares exigencias del sistema dominicano, el cual reivindica la asociación de las fuerzas políticas para poder acceder al poder, nuestro presidente ha sido coherente en cuanto a definir las características que deben reunir las alianzas, para que las mismas sean operantes, y para que beneficien mutuamente a los partidos concertantes, así como a los intereses del país, los cuales tienen que estar en primer plano en todas las alianzas.
En esa virtud, carece de objeto la propuesta de Caram por cuanto la misma se fundamenta en los resultados de la encuesta que hizo el ahijado de Trujillo, encuesta sórdida, miserable, carente de los más elementales atributos profesionales; la cual se hizo a la medida del interés de un grupo político, que hoy felizmente ha estado siendo repudiado vigorosamente por la población.
La propuesta, en consecuencia, resulta extemporánea e improcedente, como dicen los abogados, porque la misma pretende desconocer el gran esfuerzo desplegado por miles de hombres y mujeres reformistas diseminados en todo el país, bajo la conducción de Quique Antún, los cuales han estado construyendo un nuevo partido, con independencia funcional y con todos los atributos modernos, para llegar al poder y transformar la República.
Igualmente, dicha propuesta postula la vigencia de un liderazgo ya agotado, labrado en la brega de un laborantismo desechado por una praxis que apunta hacia el porvenir; por cuanto, el PRSC se nutre día tras día de un inconmensurable acervo de jóvenes que ingresan a sus filas con el fin de hacer carrera y ejercitarse en la lucha democrática. En el nuevo PRSC, no hay espacio para la intriga, ni para prácticas y métodos de acción política que no estén sustentados en la ética y en las normas previstas en nuestros estatutos.
El caciquismo fue la expresión rural del caudillismo que tuvo su vigencia y explicación histórica, pero que ya en nuestros días constituye una modalidad de atraso, de obsolescencia política que impide el progreso y el avance de la democracia en los partidos.
No es posible el desbalance existente entre ese ejército de jóvenes profesionales, algunos con más de una maestría, que claman por su ingreso al PRSC con el ideal de llevar a cabo sus sueños, con la presencia de figuras enquistadas en la estructura partidaria que no acaban de entender que su tiempo pasó, que el partido debe crecer y multiplicarse, fecundado por la levadura de los jóvenes, que tenemos como institución una misión que trasciende el interés personal de unos pocos, como es el propósito de hacer un nuevo partido, que responda al nuevo estilo de hacer política, que esté en capacidad de dar respuestas a las demandas del país y que sea un verdadero instrumento de liberación de las clases marginadas.
En definitivas, un partido que responda a las exigencias del bien común. Esa es nuestra visión; no podemos extraviarnos en el intento, porque no se trata de una iniciativa caprichosa, ni de un interés egoísta, como ha sido el libreto de los que se fueron, sino de un compromiso con el país y su futuro, del cual el PRSC aspira a ser su exponente y representante más idóneo.
Como Quique Antún y el grupo de dirigentes que están al frente del PRSC, han manifestado su disposición al diálogo a todos los niveles del acontecer político, sería bueno que el Ing. Caram aconsejara a los que se fueron a que retornen a su partido, si es que están animados de sanos propósitos, para desde adentro potenciar la unidad reclamada; eso sí, tomando en cuenta que ya el PRSC tiene un candidato a la Presidencia de la República, elegido por consenso y a unanimidad, lo mismo que una buena cantidad de candidatos a senadores, diputados, síndicos, regidores, etc, que también fueron escogidos en base a iguales parámetros.
Los logros cualitativos alcanzados por el PRSC en esta etapa tienen que ser preservados, porque no podemos traicionar el esfuerzo de tanta gente; sobre todo, jóvenes y mujeres, que desde las filas han estado trabajando afanosamente por hacer un nuevo partido, desde el cual puedan trillar un camino promisorio hacia el porvenir.
Un partido desde el cual puedan hacer carrera política y crecer en base a sus propios empeños, sin el temor de que sus sacrificios sean tronchados por la voluntad de un cacique experto en las marrullerías de la política, pero incapaz de tener un gesto solidario que no sea bajo el expediente de la incondicionalidad, la humillación y la genuflexión.
El PRSC tiene en Quique Antún al más experimentado conductor de masas que posee la organización, al dirigente más completo y de mayor tradición, al líder que ha recorrido todos los departamentos de la política y que se ha templado en el acero de la lucha desde la atalaya reformista. Ese líder brillante, persuasivo, convincente y eficaz, es nuestra única carta de triunfo y la vamos a jugar con la ayuda de Dios. Porque estamos en la portada de una renovación del liderazgo en la República Dominicana, y porque tenemos la mejor oferta política del momento. Llegó la hora, empecemos ya.