Por Sergio Acevedo.

Es inconcebible la ausencia de los partidos políticos en una democracia eficaz, puesto que ellos son los principales interlocutores de las demandas de la sociedad, el vínculo con el poder político y la vía legítima para acceder a los cargos de representación establecidos en el sistema político.

Por Sergio Acevedo.

Es inconcebible la ausencia de los partidos políticos en una democracia eficaz, puesto que ellos son los principales interlocutores de las demandas de la sociedad, el vínculo con el poder político y la vía legítima para acceder a los cargos de representación establecidos en el sistema político.

Los partidos son mecanismos de socialización y fuentes de educación de la ciudadanía en base a los principios de la democracia. En esa vertiente, están en la obligación de promover valores democráticos mediante la defensa de los derechos humanos, la libertad en todas sus formas, la tolerancia, así como la capacitación permanente de sus miembros en base a los principios ideológicos que sustenten. Los partidos deben ser verdaderas escuelas de democracia.

Por esa razón es que los partidos deben contar con los auxilios de instrumentos que les permitan transmitir sus ideas y participar en los debates que se suscitan en la sociedad. Deben contar con facilidades para acceder a los medios de comunicación masivos, tener sus escuelas de formación política, formar sus voceros y tener sus propios medios de comunicación en la medida de lo posible.

En nuestro país los partidos han entrado en crisis debido a que se han apartado de su razón de existencia, han renegado de los valores y principios que les dieron origen para convertirse en empresas de acumulación originaria promotora de ascendencia social entre sus cúpulas, lo que les ha drenado capacidad de vinculación con los intereses y las aspiraciones de la población, perdiendo de paso el sentido de la representatividad, que es la razón de existencia de los partidos.

La debilidad institucional de los partidos en nuestro país les adviene, precisamente, porque esas agrupaciones han hecho una verdadera apostasía de la idea que marcaron sus orígenes y, en la actualidad, parecen verdaderos mercados de compras y ventas en donde el interés de los ciudadanos no se toma en cuenta absolutamente para nada.

Su interés de llegar al poder está signado por la necesidad de control de los órganos de representación y de los poderes públicos, con el único fin de agenciarse canonjías y prebendas por medio del uso indebido de los recursos del Estado, así como para servir a grupos económicos de privilegiados que actúan como elementos de financiamiento de la actividad política.

El drama de nuestro país con el gobierno del partido de turno que dentro de poco cumplirá 16 años de gestión, no podrá ser más patético. Un partido que ha hecho entrega de una manera vergonzosa de las riquezas del país heredadas de Trujillo, que ha firmado miles de contratos lesivos al interés de la República, que ha otorgado obras concesionarias a grandes consorcios en condiciones viles y a los cuales el país tiene que entregar decenas de millones de dólares en compensación de ganancias no recibidas en las operaciones.

A eso se debe que los dominicanos tengamos que pagar todos los meses varios millones a una empresa energética cuya planta está apagada, lo mismo que a empresas constructoras de carreteras, no obstante el grueso de los peajes que reciben, tenemos que compensarlas por ganancias no recibidas. Ni hablar de las empresas capitalizadas, los ingenios, la empresa eléctrica, nuestros recursos naturales cuya explotación indiscriminada ha puesto en peligros nuestros ríos y nuestro ecosistema.

El PRSC siempre ha actuado con sentido patriótico en la defensa de nuestro patrimonio y de nuestros recursos naturales. A su llegada al poder, en 1966, Balaguer ordenó el cierre de todos los aserraderos del país, lo que facilitó la reforestación de nuestros bosques y el aprovechamiento de las aguas que se han utilizado para el consumo doméstico, la agricultura y la producción de energía barata.

Esa herencia legada por Balaguer será aprovechada por Quique Antùn, debido a que la defensa del patrimonio nacional es uno de los aspectos más relucientes de la dinámica programática de Quique, y que habrá de poner en práctica cundo el país lo lleve al poder con su voto mayoritario.

Quique está haciendo un nuevo reformismo, un reformismo cónsono con las grandes realizaciones de su líder fundador. Porque el país hay que rescatarlo del ostracismo de la corrupción, hay que darle seguridad a sus ciudadanos, hay que invertir con sentido de prioridad en infraestructura que fecunden nuestro desarrollo, que generen empleos, que permitan erradicar la pobreza y que nos permitan acceder a una educación y a una salud igual para todos los ciudadanos del país.

El Partido Reformista Social Cristiano asume hoy con Quique, como ante lo hizo con Balaguer, el compromiso de la representación, de una representación comprometida, responsable, emprendedora, auténticamente democrática, para transformar la sociedad y sembrarla de valores de justicia social y de obligación de progreso, en orden y libertad, para todos.