La presidencia de un partido político como el Reformista es una tarea ardua, delicada y solamente se acepta cuando la vocación de servicio, el amor a una institución y la fe en el futuro hace presencia en la vida y decisiones de los hombres.
Por: Germán Martínez.
La presidencia de un partido político como el Reformista es una tarea ardua, delicada y solamente se acepta cuando la vocación de servicio, el amor a una institución y la fe en el futuro hace presencia en la vida y decisiones de los hombres.
Federico Antún Batlle es reformista desde sus años mozos.
La lealtad y seguimiento al líder Joaquín Balaguer fue razón de vida para su padre y parte de su familia. Por eso presidir el PRSC es un compromiso que va más allá de cualquier otra consideración.
El día a día de Quique, su nombre de guerra, es arduo, complicado, pero de una entrega y un batallar que lo lleva en los días que son para descansar, ir pueblo por pueblo, paraje por paraje, sin dar connotaciones de cansancio en busca de poner su partido en condiciones de ser opción de poder en la contienda cívica de mayo del 2016.
Lo acompañan valiosos hombres y mujeres en un laborantismo político que ya comienza a dar frutos.
En este nuevo reformismo caben todos y todas las aspiraciones, incluidas las de Quique, si las tiene, pero más que todo cabe el amor y la entrega, el trabajo y la dedicación.
Quique Antún es un político de estos tiempos, de visión y entendimiento con un camino transitado y otro por recorrer, sin más afán que el de cumplir a cabalidad su misión. Hacer del partido que le dejó Balaguer un instrumento al servicio del país y sus mejores causas y aspiraciones.