Por Sergio Acevedo.

La selección del ingeniero Federico Antún Batlle, como candidato a la Presidencia de la República por el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), constituyó una fiesta, que es un homenaje a la unidad y a la integración de los reformistas, decididos a la conquista del poder para cambiar el estado de calamidad que vive el país,

Por Sergio Acevedo. 

La selección del ingeniero Federico Antún Batlle, como candidato a la Presidencia de la República por el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), constituyó una fiesta, que es un homenaje a la unidad y a la integración de los reformistas, decididos a la conquista del poder para cambiar el estado de calamidad que vive el país, a consecuencia de la mala administración de sus recursos por parte de los sucesivos gobiernos que hemos tenido en los últimos años. 

La escogencia unánime y entusiástica de Quique Antún remite un claro mensaje al país de que nuestra decisión de concurrir solos y con candidaturas propias al evento electoral del 2016 constituye una realidad incuestionable, por cuanto es sabido que la nueva estrategia implementada en el PRSC para avanzar en la tarea de reconquistar el poder es el producto del genio táctico de Quique, cuyo talento como organizador y gerente es reconocido hasta por sus propios adversarios.

En su discurso de aceptación, el líder reformista esbozó el eje fundamental de su campaña, el cual va a girar en la lucha para desterrar la inequidad social, la inseguridad ciudadana, el desempleo y otros graves problemas que afectan a la población dominicana, entre los cuales se encuentra el drama migratorio, el cual constituye una amenaza contra la integridad de nuestro territorio y la vigencia de nuestros valores patrios.

La clave de su gestión al frente del gobierno será la de implementar el modelo reformista de Balaguer, en cuanto a la promoción de las inversiones en infraestructuras que tiendan a dinamizar las actividades económicas y generen empleos; al tiempo que proyecta sustentar su gestión en una férrea política de ahorros y disciplina fiscal, así como en la reducción del gasto corriente y del endeudamiento.

Visiblemente emocionado, ante el auditorio compuesto por reformistas de la nueva generación, en una simbiosis fecunda con los compatriotas más maduros, proclamó que: “Lleno de emoción y orgullo, quiero decirles, que asumo el reto de representar dignamente al reformismo balaguerista, en la próxima contienda electoral. Presentaré mis credenciales como dirigente político, pero sobre todo, representaré una escuela y un estilo de gobernar que se sintetiza en la frase que ha hecho popular el pueblo dominicano de que: los reformistas sabemos gobernar mejor”.

Remachando el criterio planteado en múltiples intervenciones, durante sus recorridos por todo el país, en el sentido de ratificar la decisión inequívoca del reformismo, de trillar su propio camino y de construir una nueva, refrescante, nacionalista y auténtica opción de poder, “que ponga el oído en el corazón del pueblo e invierta hasta el último centavo recaudado, en mejorar las condiciones de vida de las gentes”.

El proclamado candidato presidencial del PRSC se propone destinar sustanciales recursos económicos al sector agropecuario, debido al impacto que en el plano social y el de la economía representa este sector, en materia de generación de empleos, divisas y en cuanto a la producción de bienes alimenticios que irían en favor de la canasta familiar.

Ahí está nuestro candidato, tenemos la persona idónea para competir con buenos augurios en el escenario político nacional. Tenemos un hijo político y un discípulo evolucionado de Balaguer. Un candidato que no sólo ha revivido la alegría y la esperanza en los reformistas, sino en el pueblo dominicano que ha marchado indefenso hacia el ostracismo económico y la marginación social, especialmente “de los jóvenes profesionales que viven irritados, porque después de tantos años de sacrificios para obtener un título, no encuentran un trabajo digno”.

Nuestra responsabilidad como balaguerista es la de entregarnos en cuerpo y alma al trabajo político en busca de los votos necesarios para que Quique sea presidente. Tenemos que integrarnos todos como en aquellos tiempos históricos en que los reformistas dejábamos el pellejo en los campos y ciudades buscando el voto colorado por Balaguer.

En estos momentos cruciales para el país se hace más imperativo nuestro esfuerzo, porque debemos rescatar nuestra gente sitiada por la indefensión y la pobreza, tenemos que revivir la época en que la corrupción se detenía en la puerta del despacho del presidente, tenemos que repartir, con un amplio sentido de justicia, los bienes generados con el esfuerzo de todos los ciudadanos, porque no es posible que más del 90% de esa riqueza sea disfrutada por menos del 6% de la población, mientras que el resto languidece impotente ante el flagelo del hambre.

Y para lograr esos objetivos supremos, tenemos el mejor candidato. Quique Antún es un hombre que está en el cenit de sus facultades, con toda la vitalidad de la juventud y la experiencia de la madurez, un candidato que cuenta con una vigorosa plataforma desde la cual proyecta emprender su viaje hacia el capitolio y emprender la gestión de gobierno más esplendorosa que registra la historia del país, porque la misma será la continuación de la gran obra de Balaguer, esta vez acicateada y actualizada por todos los avances que la ciencia y la modernidad ponen en nuestras manos en el mundo de hoy.

Quique será un buen presidente, por eso es que tenemos que convencer al pueblo de que un voto por Quique es un voto por el país, porque será un voto que abrirá la puerta hacia el cambio de estilo en la gestión, hacia el aprovechamiento y manejo austero de los recursos públicos, hacia la consolidación de una dinámica irreversible de mejoría existencial de los ciudadanos, hacia la paz que se fundamenta en el trabajo y en la justicia social; en definitivas, un cambio que nos conduzca hacia la conquista del bien común.