En mi artículo anterior, titulado “Las elecciones del 2016: Inéditas, complejas e irrepetibles”, señalé que por la cantidad de cargos a elegir, en múltiples niveles, éstas serían unas de las elecciones más difíciles de todas las que se han celebrado en la República Dominicana.
Por Sergio Cedeño
En mi artículo anterior, titulado “Las elecciones del 2016: Inéditas, complejas e irrepetibles”, señalé que por la cantidad de cargos a elegir, en múltiples niveles, éstas serían unas de las elecciones más difíciles de todas las que se han celebrado en la República Dominicana.
En la presente entrega, pretendo profundizar lo afirmado y de paso aseverar que todos los escenarios previsibles, apuntan a que el domingo 15 de mayo no habrá un ganador definitivo de la presidencia de la República. Indefectiblemente, asistiremos a una Segunda Vuelta Electoral.
De los partidos políticos reconocidos al día de hoy, solo cuatro están en condiciones de presentar candidatos a todos los niveles de elección popular y de estructurar un ejército electoral que debe tener un mínimo de cuatro personas por Colegio Electoral.
Para las próximas elecciones se proyecta que tendremos alrededor de 15 mil colegios electorales. Si se multiplica por el personal mínimo que debe tener cada partido en un Colegio Electoral que es un delegado, un suplente de delegado y dos activistas, tendríamos que un partido deberá contar con un ejército electoral no menor a 60 mil personas.
Si a esto agregamos las casi 4 mil candidaturas, con un equipo mínimo de trabajo de cinco personas por candidato, tendríamos otra cantidad de 20,000 dirigentes involucrados por cada partido político.
Esta simple ecuación matemática nos revela que para las elecciones del 2016, un partido tendrá que movilizar no menos de 80 mil dirigentes en todo el país y el exterior, para comenzar con cierta posibilidad de éxito.
En la actualidad, reitero, solo cuatro organizaciones políticas tienen capacidad real de reunir, entrenar y movilizar ese ejército de hombres y mujeres. Esos partidos son: el Partido de la Liberación Dominicana, el Partido Revolucionario Dominicano, el Partido Reformista Social Cristiano y el nuevo Partido Revolucionario Mayoritario.
Aquí está el detalle de la segunda vuelta…
Si cada uno de los 80 mil hombres y mujeres que deben organizar esos cuatro partidos, para comenzar con alguna posibilidad de éxito electoral, buscara 8 personas adicionales para llevarlas a votar, cada partido tendría capacidad de movilizar 640 mil votantes.
Esta cantidad, representa un 13% de votos duro para cada uno de los cuatro partidos anteriormente mencionados, ya que se proyecta que de 7.2 millones de electores que tendremos en el 2016, votarán 5.0 millones, según la media de abstenciones para los últimos procesos presidenciales, congresuales y municipales. Por tanto, un (1%) equivale a 50 mil votos.
La fuerza de las próximas elecciones no descansará solo en los candidatos nacionales. La fuerza principal estará en los candidatos locales que harán todo lo humanamente posible por ganar senadurías, diputaciones, alcaldías, regidurías, directores y vocales de distritos municipales.
Los candidatos locales se convertirán en propulsores económicos y movilizadores sociales en las 32 provincias, los 155 municipios, los 232 distritos municipales y las 19 ciudades del exterior donde se votará.
Por tanto, es imposible que ninguna de los cuatro partidos mencionados, (PLD, PRD, PRSC y PRM), obtengan menos de un 13% de los votos válidos emitidos.
Es importante resaltar que en los procesos electorales realizados a partir de 1996, ningún partido político ha logrado por sí mismo superar el 50+1.
En cualquiera de los escenarios electorales del 2016, la segunda vuelta no la despinta nadie, porque además de las causas antes señaladas, existen otros factores que gravitan en el proceso.
Esas causas son: el desgaste natural del PLD en el ejercicio del poder; las fricciones que se generarán fruto de la lucha de relevo dirigencial dentro de esa organización; el fraccionamiento del PRD; el deseo del reformismo de sobrevivir y construir una opción de poder, y sobre todo porque el actual presidente de la República no cargaría con la responsabilidad histórica de generar un déficit fiscal como el que se produjo en las pasadas elecciones para apoyar candidatos de su partido.
El autor es periodista y politólogo.