Haitianos residentes en la zona fronteriza de la República Dominicana, se han dedicado a la tala indiscriminada de árboles en esta parte del país, con los cuales producen carbón que luego venden en el vecino país. Se estima que más de 87 por ciento del consumo de combustible para cocinar en Haití proviene de árboles que son cortados en nuestro país y luego convertidos en carbón.

Se ha establecido que más de 2800 sacos de carbón vegetal son transportados semanalmente hacia Haití provenientes de la República Dominicana, por lo que al ritmo que va ese proceso de depredación, el país sufrirá de graves trastornos ecológicos, tal como sucede en el vecino país cuyas tierras carecen de una capa vegetal productiva a consecuencia de los proceso de erosión a que han sido sometidas por la explotación indiscriminada.

 

Haitianos residentes en la zona fronteriza de la República Dominicana, se han dedicado a la tala indiscriminada de árboles en esta parte del país, con los cuales producen carbón que luego venden en el vecino país. Se estima que más de 87 por ciento del consumo de combustible para cocinar en Haití proviene de árboles que son cortados en nuestro país y luego convertidos en carbón.

 

Se ha establecido que más de 2800 sacos de carbón vegetal son transportados semanalmente hacia Haití provenientes de la República Dominicana, por lo que al ritmo que va ese proceso de depredación, el país sufrirá de graves trastornos ecológicos, tal como sucede en el vecino país cuyas tierras carecen de una capa vegetal productiva a consecuencia de los proceso de erosión a que han sido sometidas por la explotación indiscriminada.

Hay quienes consideran que el volumen de carbón que llega a los mercados haitianos, procedente de la República Dominicana, es de unos 310 mil sacos anuales. Las autoridades de Foresta no están tomando carta en este asunto de vital importancia para el futuro del país, debido a que lanzaría por la borda los esfuerzos que desde hace más de 40 años realiza la nación para preservar sus recursos naturales.

En la tala de árboles, así como en la preparación de los hornos y en el transporte de madera y carbón, intervienen mafias conformadas por funcionarios civiles y militares, de cuya acción delictiva reciben grandes beneficios económicos, mientras el país sufre las consecuencia ecológica de esa práctica depredadora.

Hay estudios que sitúan en unas 22, 170 toneladas de carbón, equivalente a 362 mil sacos, la cantidad de carbón que producen haitianos en territorio nacional, y que de ese negocio ilegal intervienen alrededor de 150 mil personas que viven en Haití.

El negocio de venta de carbón en Haití es tan lucrativo, que existe toda una estructura operativa la cual se inicia con el desmonte de los árboles en comunidades dominicanas como Boca Cachón, Las Lajas, Puerto Escondido, Bahoruco y otras.

En estos lugares son preparados los hornos donde se produce el vegetal que luklego es transportado en camiones hasta el lago Enriquillo y el Azuei, desde donde se traslada la mercancía en botes hasta Ravin Dyab, en Haití para fines de comercialización en Puerto Príncipe donde el producto se cotiza a muy buenos precios.

Los árboles maderables utilizados para hacer carbón son de diversas especie, pero lo que más han demostrado su rendimiento han sido la Bayahonda, Campeche, caimito y mango. Estas especies de árboles abundan en  las sierras de Bahoruco y Neyba, donde es notoria la producción de carbón.

La producción de carbón en la frontera está generando una rápida degradación medio ambiental con una alarmante reducción de la superficie forestal y la consiguiente pérdida de la capa superficial de los suelos.

 

También es causa de erosión y agotamiento de los nutrientes, compactación del suelo y sequía de los cursos de agua y expansión de los lechos de ríos. De no ponerle freno a esa situación, nuestro país se va a convertir en un desierto, como lo es Haití.