Por Sergio Acevedo.

El planteamiento de Quique Antún, encaminado a buscar la concertación de las fuerzas de oposición para controlar los bufetes directivos de los ayuntamientos en aquellas comunidades donde el partido de gobierno está en minoría, es una propuesta realista que va a redundar en beneficio de las colectividades y, de un modo especial, en la democracia, por cuanto dicha propuesta procura establecer un determinado nivel de equilibrio en una sociedad donde el poder lo arropa todo.

Nuevamente se pone de manifiesto el talento, la experiencia y la idoneidad del líder del PRSC, quien sin lugar a duda está reconocido, aún por sus más enconados adversarios, como el estratega político más completo, no digo que sea el mejor, que tiene la República.

Por Sergio Acevedo.

El planteamiento de Quique Antún, encaminado a buscar la concertación de las fuerzas de oposición para controlar los bufetes directivos de los ayuntamientos en aquellas comunidades donde el partido de gobierno está en minoría, es una propuesta realista que va a redundar en beneficio de las colectividades y, de un modo especial, en la democracia, por cuanto dicha propuesta procura establecer un determinado nivel de equilibrio en una sociedad donde el poder lo arropa todo.

Nuevamente se pone de manifiesto el talento, la experiencia y la idoneidad del líder del PRSC, quien sin lugar a duda está reconocido, aún por sus más enconados adversarios, como el estratega político más completo, no digo que sea el mejor, que tiene la República.

El argumento de los voceros gubernamentales para oponerse a la posición asumida por el PRSC, es decididamente peregrina, por cuanto la realidad nacional ha sido cambiante en los últimos 10 años y los actores políticos no muestran las mismas actitudes de cuando se hizo el convenio para que las salas capitulares estén bajo el control del partido al cual pertenece el síndico.

La gobernabilidad se construye mediante la participación de todos los actores, mediante la unidad de las fuerzas políticas focalizadas hacia propósitos relevantes que tienen que ver con el bien común.

No puede haber gobernabilidad mientras un partido lo quiera controlar todo, mientras utilice los poderes públicos y los órganos institucionales en su provecho, mientras ese partido se imponga en forma avasallante violentando las normas jurídicas y la institucionalidad, sólo con el propósito avieso de garantizar la impunidad ante los desmanes y descalabros que se cometen desde el gobierno.

La nueva realidad que vive el país impone cambios, las expectativas son diferentes, lo que fue bueno hace 10 años, no necesariamente lo tiene que ser en los actuales momentos. El propio líder reformista lo dice cuando afirma que la fórmula “no procede en esta ocasión por las particularidades que se dan en cada municipio y en distritos municipales”.

Fue preciso al indicar que el objetivo del PRSC y otros partidos de oposición es encabezar el concejo de regidores de varias alcaldías, para que en la municipalidad  haya el equilibrio y el contrapeso necesario que demanda la sociedad dominicana”.

La propuesta que lanzó el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) de que la oposición se una para controlar la Sala Capitular de las alcaldías encontró apoyo en el principal partido de oposición, el Partido Revolucionario Moderno (PRM).

 El secretario general del PRM, Jesús (Chu) Vásquez Martínez, ha dado su respaldo entusiasta a la propuesta del presidente del PRSC, Federico Antún Batlle. “Con el PLD no se puede pactar nada, porque ellos no respetan nada, solo quieren avasallar y arrebatar todos los cargos”, subrayó Vásquez.

La desconfianza de la oposición con relación al manejo que hace el gobierno de la actividad pública, ha sido notoria en grado extremo, al observarse la manera de su comportamiento en el pasado proceso electoral, el cual estuvo matizado por violaciones sistemáticas a los preceptos establecidos en la ley, la forma avasallante en que se impuso mediante la compra de cédulas, la manifiesta parcialidad de los árbitros, la represión, el uso masivo de los recursos públicos, y otras modalidades que hacían ver como si las elecciones no fueran un evento cívico de participación, sino una guerra fratricida entre enemigos irreconciliables.