Por Sergio Acevedo.

La eventualidad de que el Partido de la Liberación Dominicana y el gobierno de Danilo Medina, utilicen su mayoría mecánica en el Congreso Nacional, poniendo sordina a los justos reclamos de la oposición, el empresariado y la sociedad civil en general, y logre imponer una Junta Central Electoral compuestas por políticos parciales del PLD, vislumbra momentos de incertidumbre a la nación, ya que en el panorama está dibujada, con esplendentes colores, una crisis de gobernabilidad que una vez iniciada no sabremos sus consecuencias.

El oficialismo no oculta, de ningún modo, su interés de querer imponer en la Junta Central Electoral (JCE), lo mismo que en el Tribunal Superior Electoral (TSE),  sobre la base de esa fuerza política avasallante, a personas señaladas bajo sospecha de no ser imparciales, es un empeño manido que no le favorece a nadie, ni al mismo Gobierno ni a la democracia dominicana.

Por Sergio Acevedo.

La eventualidad de que el Partido de la Liberación Dominicana y el gobierno de Danilo Medina, utilicen su mayoría mecánica en el Congreso Nacional, poniendo sordina a los justos reclamos de la oposición, el empresariado y la sociedad civil en general, y logre imponer una Junta Central Electoral compuestas por políticos parciales del PLD, vislumbra momentos de incertidumbre a la nación, ya que en el panorama está dibujada, con esplendentes colores, una crisis de gobernabilidad que una vez iniciada no sabremos sus consecuencias.

El oficialismo no oculta, de ningún modo, su interés de querer imponer en la Junta Central Electoral (JCE), lo mismo que en el Tribunal Superior Electoral (TSE),  sobre la base de esa fuerza política avasallante, a personas señaladas bajo sospecha de no ser imparciales, es un empeño manido que no le favorece a nadie, ni al mismo Gobierno ni a la democracia dominicana.

Todo parece indicar, que ofuscado y borracho ante ese poder absoluto que detenta, el oficialismo ha perdido la perspectiva de la situación del país, y no ha podido calibrar de manera objetiva el grado de descontento existente en la sociedad respecto a este gobierno y la manera abusiva en que dirige los asuntos públicos.

Existe una real situación, y se trata de que la población está enardecida por las cargas que está sometida debido a la política depredadora de la autoridad, la cual está empeñada en recaudar dinero a como dé lugar, para financiar su déficit presupuestario, fruto de su política populista y asistencialista, política que ha hecho del presupuesto, no un instrumento de desarrollo y bienestar, sino una auténtica piñata para festejar a una burocracia excesivamente consumista, cuyo aportes resultan nulos.

Si a la crisis en materia económica se le agrega otra de carácter política debida a la ausencia de racionalidad y de sentido común en la tentativa y el empeño de establecer una JCE que responda al favor del partido de Gobierno, no hay duda de que la población va a reaccionar y no se sabe hasta qué punto sería esa reacción, por lo que lo aconsejable  debe ser buscar un consenso entre los distintos actores de la sociedad, sus fuerzas vivas que están reclamando ese entendimiento.

“¿Por qué se dificulta tanto establecer un órgano electoral que goce de la  credibilidad de la sociedad? La respuesta es que el PLD ha estado utilizando esos órganos para reciclarse en el manejo del poder, para tal propósito se aprovecha de las debilidades y el desorden en nuestro ordenamiento jurídico, aprovecha todas las ventajas que le otorga el poder con todos sus recursos para aplastar a sus contrarios, situación que se vio en demasía en las pasadas elecciones.

Las elecciones fueron un tollo, fueron celebradas en un medio tan hostil para la oposición que le restó legitimidad a sus resultados. Si las elecciones hubieran sido limpias y equitativas, no hay duda de que Danilo, quien a lo mejor hubiera ganado, no hubiera logrado el 62% que le otorgó la JCE desde el primer boletín, ni tampoco hubiera el PLD obtenido una representación tan amplia en el Congreso y en los ayuntamientos.

El gobierno y su partido están desafiando a la sociedad cuando pretenden imponer árbitros parcializados en favor de sus intereses políticos. No quieren sentarse a dialogar con nadie, sino imponer políticas en el ámbito económico y social partiendo exclusivamente de sus puntos de vista, lo que resulta contrario a la democracia, sistema que solo puede tener vigencia en una sociedad dialogante, plural y participativa.

La oposición, junta a las fuerzas vivas del país, tiene que empoderarse de los problemas fundamentales que afectan al conglomerado, tiene que convertirse en interlocutores de esa sociedad para obligar al gobierno no solo a escucharlos, sino también a tomar en cuenta sus consideraciones porque en ninguna parte del mundo se gobierna solo, sin tomar en cuenta a los referentes sociales.

Este es un país que nos pertenece a todos, razón por la cual el gobierno no solo debe oír sus voces, ni la de la bocinas pagadas que día tras día están desinformando a la nación, lanzando loas a un gobierno que obviamente están en bancarrota y que todas sus acciones parten de parámetros falsos que son para consumo exclusivo de los medios de comunicación, de un gobierno que se mantiene flotando en una burbuja que en cualquier momento explota y amaneceremos más pobres e intervenido por los acreedores de todas layas.