Por Sergio Acevedo.

Como una respuesta a la crisis de confianza existente en el país, el Partido Reformista Social Cristiano ha asumido una línea de oposición constructiva, como ha sido su tradición desde su fundación, pero firme, dinámica, inspirada en los más altos valores patrios, despojada de otro interés que no sea el de contribuir al fortalecimiento de nuestras instituciones políticas y al esplendor de la democracia.

Pocas instituciones de las que conforman nuestro ordenamiento institucional, cuentan con la aceptación y la aprobación de la ciudadanía. Los dominicanos nos sentimos desprovistos de protección y seguridad ante la avalancha de crímenes que comete a diario la delincuencia y la manera impune y festiva de actuación de las autoridades en cada caso, lo que efectivamente produce un incentivo ominoso para la reincidencia. 

Por Sergio Acevedo.

Como una respuesta a la crisis de confianza existente en el país, el Partido Reformista Social Cristiano ha asumido una línea de oposición constructiva, como ha sido su tradición desde su fundación, pero firme, dinámica, inspirada en los más altos valores patrios, despojada de otro interés que no sea el de contribuir al fortalecimiento de nuestras instituciones políticas y al esplendor de la democracia.

Pocas instituciones de las que conforman nuestro ordenamiento institucional, cuentan con la aceptación y la aprobación de la ciudadanía. Los dominicanos nos sentimos desprovistos de protección y seguridad ante la avalancha de crímenes que comete a diario la delincuencia y la manera impune y festiva de actuación de las autoridades en cada caso, lo que efectivamente produce un incentivo ominoso para la reincidencia. 

La falta de consecuencia ante el delito es una causante para que este se incremente hasta el punto de que no exageramos si decimos que las calles del país están bajo el imperio de la delincuencia.

El problema es complejo, de eso no existe la menor duda. Son varios los factores que intervienen en esta situación, pero el más importante, el de mayor incidencia, es de naturaleza institucional. Vivimos bajo un régimen en donde las instituciones creadas para servir a la ciudadanía, están sirviendo a los intereses de un partido político y, peor aún, sirven a dos hombres investidos de poder que son quienes manejan y deciden todo lo referente a nuestro ordenamiento y controlan las decisiones que deberían estar inspiradas en los requerimientos del bien común.

No existe independencia en la Justicia, ni en el Congreso, ni en el arbitraje electoral, ni en todos los partidos, ni en todas las instituciones de la sociedad civil, como tampoco en los medios de comunicación. En nuestro país existe un régimen autocrático que impone su voluntad conforme a su propio diseño, un régimen sectario y dado a las trapisondas y, en ocasiones, el chantaje y la represión.

El PRSC ha asumido un rol protagónico en la lucha para cambiar este panorama sombrío que nos agobia. Ha presentado dos propuestas que son fundamentales para la solución del descalabro de nuestra instituciones. Quique Antún, líder único de nuestro partido, lo mismo que Rogelio Genao, han planteado la necesidad de que sea cambiada la composición del Consejo Nacional de la Magistratura, órgano que tiene por misión designar a los jueces de la Suprema Corte de Justicia, igual que de las llamadas eufemísticamente «altas cortes», lo que se entiende como una necesidad impostergable para iniciar el proceso de solución de los males del sistema judicial.

En el mismo tenor, nuestros dirigentes han planteado la imperiosa necesidad de que todas las leyes relativas al tema electoral, sean agrupadas en un Código Electoral, en adición a la propuesta de que se apruebe una Ley de Partidos, se reforme la Ley Electoral, y se promulgue una Ley de Garantía Electoral, la que habrá de establecer garantía para la competencia y lograr que el sufragio sea idóneo, conforme a la decisión de los ciudadanos.

Todas las debilidades del sistema se pusieron de manifiesto en el pasado torneo electoral, debilidades que fueron aprovechadas y patrocinadas, en una gran proporción, por el partido de gobierno para imponerse de manera sofocante y avasallante. Todos los «errores» a la postre beneficiaron a la parte oficial y perjudicaron a la oposición Inmensamente, incluyendo a nuestro partido, al cual le arrebataron varios cargos electivos, entre ellos, varios senadores.

El PRSC asume el reto de la lucha por la institucionalidad democrática, la transparencia y el imperio de la justicia como formula para la existencia de un clima de paz, de seguridad y de armonía ciudadana, únicas condiciones imprescindibles para que podamos superar los males que nos aquejan y encausarnos por los caminos del progreso.

Quique Antún está clarísimo en que ninguna convención que haga el gobierno habrá de lograrse efectos positivos si antes no se consideran los planteamientos del PRSC, los cuales van dirigidos hacia la solución de los problemas de nuestra institucionalidad y legitimidad. Porque es que, según dijo, «los ciudadanos no se sienten protegidos producto de la falta de credibilidad que permea algunos estamentos del Poder Judicial, “pues en muchas ocasiones, con sus decisiones, se vincula a practicas no santas”.

El presidente del PRSC da en el clavo cuando afirma de forma vehemente que «el sistema de justicia dominicano está cruzado transversalmente por una falta de confianza en algunas jurisdicciones del Poder Judicial y una notable influencia del crimen organizado en las decisiones de los tribunales ordinarios».

El PRSC asume con gallardía su rol opositor, proclama una oposición de propuestas, una oposición inteligente, respetuosa y cónsona con la naturaleza democrática de la organización. Una oposición de sacrificios, sin otro predicamento que no sea la democracia, la libre participación, la equidad y el respeto a todos los actores e instituciones de la vida democrática.

 En nuestro país no hay duda de que las diferentes doctrinas humanistas que han alimentado a la oposición política, han sido cruciales para la formación de la cultura política de nuestra época, 

Los gobiernos no solo influyen en los asuntos de su competencia, sino que también manejan por medio de su poder, la vida social, cultural, económica. El sistema de partido está en el suelo, organizaciones que apenas hacen menos de 4 años lograron un posicionamiento electoral grandioso, en la actualidad lucen anémicas y, prácticamente, en proceso de extinción

Lo mismo sucede con los sindicatos, las asociaciones profesionales, los medios de comunicación, en fin, todas languidecen, con algunas excepciones, por mismo mal: los gobiernos las debilitan comprando a sus dirigentes, lo que es contrario al  sistema democrático, el cual se fortalece con el fortalecimientos de los órganos que le sirven de soporte.

La oposición es la sangre del sistema político, pero ella tiene que ser elaborada y cada vez más efectiva para que inspire respeto. Los partidos políticos es el mecanismo por excelencia para encabezar la oposición, aunque no es el único.

Las propuestas del PRSC se fundamentan en los principios de su doctrina esencialmente democrática, como corresponde a un partido democrático dentro de un estado que postula la democracia. No procura la destrucción del Estado, sino exclusivamente su reforma dentro del cauce previamente acordado por la Constitución y las leyes y para convencer al electorado de su inmensa capacidad para administrar la  cosa pública de manera provechosa a los intereses nacionales.

 

No hay duda de que el PRSC actual busca su camino, se encarrila a su cause, y se proyecta como la alternativa valedera. Gústenos o no nos guste, Quique Antún es el arquitecto de esta inconmensurable obra.