Por Sergio Acevedo.

Al celebrarse hoy el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, resulta oportuno destacar el estado de postergación social que vive la mujer dominicana, como consecuencia de la marginalidad, la desigualdad de género, la iniquidad, la discriminación laboral y la violencia que se ejerce contra ella, tanto por sus disputas familiares, como por el propio Estado que ha sido incapaz de articular una política social efectiva que tienda a reivindicar a la mujer y sacarla del marasmo existencial que limita sus potencialidades como ente de bienestar y de desarrollo.

Si bien es cierto que la mujer dominicana en la actualidad está abarrotando las aulas universitarias y muestra un empeño formidable en superarse en el plano personal, la verdad es que la discriminación a que ha sido sometida le resulta difícil integrarse al mercado laboral debido a las trabas imperantes, desde el punto de vista económico y social.

Por Sergio Acevedo.

Al celebrarse hoy el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, resulta oportuno destacar el estado de postergación social que vive la mujer dominicana, como consecuencia de la marginalidad, la desigualdad de género, la iniquidad, la discriminación laboral y la violencia que se ejerce contra ella, tanto por sus disputas familiares, como por el propio Estado que ha sido incapaz de articular una política social efectiva que tienda a reivindicar a la mujer y sacarla del marasmo existencial que limita sus potencialidades como ente de bienestar y de desarrollo.

Si bien es cierto que la mujer dominicana en la actualidad está abarrotando las aulas universitarias y muestra un empeño formidable en superarse en el plano personal, la verdad es que la discriminación a que ha sido sometida le resulta difícil integrarse al mercado laboral debido a las trabas imperantes, desde el punto de vista económico y social.

Cuando la mujer rompe las barreras de la discriminación se ve precisada a pagar un precio que oscila entre el recibimiento de salario inferiores al de los hombres en el desempeño de un mismo puesto, y el acoso, esencialmente sexual, que recibe de parte de empleadores inescrupulosos. Esta última es una situación que se ve con más frecuencia en la administración pública.

El gobierno de Danilo Medina cada vez que tiene la oportunidad habla de la integración del enfoque de género como eje transversal en su política pública. Pero en la práctica se ha demostrado fehacientemente que de lo que se trata es de vender ilusiones y fantasías a través de los medios de comunicación, las que son reproducidas de manera puntual la inmensa y costosa batería de comunicadores están atrincherados en los medios hablando mentiras y distorsionando la verdad.

La educación, que ha sido su bastión y su bandera de lucha, ha sido un fiasco por cuanto para lo único que ha servido es para hacer una nueva camada de ricos a la carrera, los cuales han disfrutado de una verdadera piñata con el presupuesto destinado a ese renglón básico para el desarrollo humano, debido a que en cuatro años de gobierno el enfoque estuvo destinado a la construcción de escuelas sobrevaluadas y llenas de vicios estructurales y funcionales, lo que ha quedado demostrado a consecuencia de las vaguadas que han afectado al país. Una parte de las escuelas recién construidas han sido afectadas con las lluvias de tal manera, que resulta imposible impartir docencia en las mismas por el peligro que representa para la población estudiantil.

La equidad de género no es real, esa aspiración el gobierno la convierte en una simple consigna que lacera el alma y el corazón de la mujer que se esfuerza día tras día por superarse para convertirse en actora del desarrollo.

La única verdad es que la mujer dominicana es una mujer que sufre en carne viva los embates de la discriminación en todos los ámbitos de una sociedad machista que la reduce a un segundo plano, y esa realidad lamentable está patentizada entre múltiples actividades, especialmente en materia laboral y en la toma de decisiones. La política es una guarida de hombres que hacen malabares para impedir el acceso de las mujeres a las posiciones públicas de relevancia, cuando deberían ser ellas las que deberían estar en primer lugar debido a su honestidad, su capacidad, su dedicación al trabajo y, sobre todo, por su humanización.

Toda la vida social es expresión de la persona humana, el hombre es el protagonista de todos los avatares de la vida y Dios puso a su servicio toda la riqueza creada por él para que todos los hombres disfruten, por eso lo hizo un sujeto activo de la historia, de la vida social.  La persona humana no la constituye exclusivamente el hombre, porque él sólo no podría cumplir con su propio designio, por eso Dios lo hizo acompañar de la mujer y ambos son el reflejo de Dios en la tierra, son seres iguales porque tienen la misma dignidad y el mismo valor. Y los bendijo Dios y les dijo: “Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra”.

Dios hizo a la mujer como un complemento del hombre, ambos son sujetos de igualdad de oportunidad porque, a pesar de su diversidad, los dos tienen igual dignidad. Una igualdad que parte de lo específico de cada uno y que es fuente enriquecedora para una armoniosa convivencia humana.

Mujer y hombre se completan mutuamente, no sólo desde el punto de vista físico y psíquico, sino también ontológico. De la unidad de ambos es que nace la vida, a esta “unidad de los dos” Dios les confía no sólo la opera de la procreación y la vida de la familia, sino la construcción misma de la historia.  La mujer es “ayuda” para el hombre, como el hombre es “ayuda” para la mujer, en su encuentro se realiza una concepción unitaria de la persona humana, basada no en la lógica del egocentrismo y de la autoafirmación, sino en la del amor y la solidaridad.

Como se trata de seres iguales, ambos esenciales para la vida en sociedad, resulta una violación a los designios de Dios todo tipo de discriminación contra la mujer, que es sin lugar a duda la obra cumbre del creador, su ser perfecto y único, creado para reproducir la vida, viviendo juntos, amándose y apoyándose de un modo solidario para que puedan cumplir con su misión transformadora.

La mujer no está detrás del hombre, ni tampoco delante de este, ambos están en un plano de igualdad en el cumplimiento de su tarea, por lo que es imprescindible que el gobierno trabaje en la implementación de políticas que consoliden ese propósito.

El gobierno tiene que propiciar condiciones auténticas de igualdad comenzando con el acceso al empleo, a la educación, a día salud, a la vivienda. Hay que brindar protección a las mujeres que son víctimas de la violencia, hay que educar al hombre desde la escuela para que entienda que la mujer no es un objeto que le pertenece como si fuera una camisa o un pantalón. Ella es el complemento de la vida sin cuya colaboración decisiva es imposible la creación y la vida en sociedad., Por eso hay que respetarla en su dignidad, amarla con un amor solidario a plenitud.

Es necesario ponerle término a la demagogia y el engaño en un tema de tanta trascendencia como el de igualdad de género, ese tema no puede ser objeto de convencionalismos politiqueros, sino que el mismo precisa ser abordado con toda intensidad porque de ellos depende la buena convivencia humana y el desarrollo social.

No podemos continuar recibiendo noticias de hombres que matan a sus esposas porque estas rehúsan a continuar una relación que se ha convertido en tóxica, siempre será preferible una separación armoniosa para preservar la familia, fermento de amor y paz y el único ámbito efectivo para el crecimiento y el desarrollo humano.