Por Guillermo Martínez Untarte

El alto costo de la vida llamado jocosamente por la población como “LA OLLA” acaba de recibir un nuevo empujón con la nueva alza de los combustibles que acaba de decretar el actual “desgobierno” que padecemos los dominicanos.

Por Guillermo Martínez Untarte

El alto costo de la vida llamado jocosamente por la población como “LA OLLA” acaba de recibir un nuevo empujón con la nueva alza de los combustibles que acaba de decretar el actual “desgobierno” que padecemos los dominicanos.

En su desesperación por poder cubrir el terrible déficit fiscal que afecta sus ingresos, fruto del desorden en sus finanzas de este desgobierno por la nómina politiquera súper abultada, las compras a sobreprecios de bienes y servicios, y las contratas de obras de ingeniería sobrevaluadas, aquellos que ostentan el poder no quieren comprender el daño que hacen cada vez más a una población hundida en la miseria y la indigencia que ensancha diariamente las graves inequidades sociales y las desigualdades de un país en el que el 85 por ciento de su población recibe sueldos por debajo de los 15 mil pesos, y el 60 por ciento gana 8 mil pesos o menos mientras la canasta básica según el fabulador gobernador del banco central alcanza los 32 mil pesos.

Si a esto agregamos que una parte importante de la población económicamente activa tiene que vivir de la economía informal por falta de empleos formales, como lo son el motoconcho, los carros destartalados de concho, guaguas plataneras, puestos de venta de yaniqueques, ventorrillos, mercado de las pulgas y mil formas más de mal ganarse la vida que tienen los dominicanos, entonces vemos lo grave de la situación de los dominicanos.

Esta alza de los combustibles significara un aumento de los precios de todos los productos de la canasta básica, entre ellos los de la agropecuaria y el transporte creando más desesperación y miseria al pueblo dominicano.

En un país con una deuda externa e interna que representa más de 48 mil millones de dólares, que significa el 52 por ciento del producto bruto interno, con un déficit acentuado de nuestra balanza comercial al estar importando casi cinco veces lo que exportamos, cuando por nuestra posición geográfica y los acuerdos comerciales con la Unión Europea y los Estados Unidos de América, deberíamos ser una potencia exportadora del caribe, esta situación económica nacional es muy preocupante y amerita una rápida solución.

La realidad es que nuestra nación requiere con urgencia de una verdadera reforma tributaria que ordene las finanzas públicas llevando la presión fiscal de un 13 por ciento en la actualidad, a no menos de un 30 por ciento, eliminando la gran cantidad de impuestos regresivos y abusivos al consumo como ocurre hoy día, y aumentando los impuestos progresivos en el que más gana es el que más paga, eliminado de paso la elusión o evasión fiscal legalizada de que disfrutan la población más rica del país, que se traduce en exoneraciones, subsidios, y exenciones fiscales, que alcanzan un monto de más de 300 mil millones de pesos al año, y revisando la calidad del gasto público mediante un verdadero programa de austeridad.

De no ser por las remesas y los tanques de comida que envían los dominicanos que viven en el exterior a sus familiares y amigos la situación de nuestra población pobre fuera insostenible.

Para poder hacer estas ideas que planteamos realidad y llevar al pueblo dominicano por el sendero del desarrollo, se requiere la formación de un nuevo gobierno integrado por personas honestas y capaces, y para ello debemos esperar las próximas elecciones del año 2020, porque este actual sector político que ocupa el poder no tiene ni la capacidad ni el deseo de realizar estos cambios que demanda nuestra sociedad, más bien están enfocados en corrupción, impunidad, y el disfrute de las mieles del poder.