La dinámica que se experimenta en las filas del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), luego de la llegada del Ing. Federico Antún Batlle y su magistral equipo, a la conducción de ese partido que tantas páginas gloriosas escribió en la historia nacional luego de la desaparición de la dictadura de Trujillo, ha marcado un cambio en el enfoque que en los últimos tiempo se les ha dado a los partidos político en la República Dominicana, y esa circunstancia constituye una esperanza de vida, no solo para los reformistas sino, fundamentalmente, para el país que ha visto con estupor el deterioro del sistema de partido, con los peligros que esa situación entraña para la democracia.

Las fuerzas políticas nacionales han desertado de sus compromisos fundamentales de intérpretes e interlocutores de las demandas populares y han hecho una apostasía de los valores y principios que les dieron origen, para convertirse en empresas en las que prima el interés de una cúpula insensible y egoísta que solo atiende a elevar sus condiciones existenciales mediante la acumulación originaria de bienes. El PRSC marcha aceleradamente para cambiar radicalmente ese cuadro insólito y dotar al país de un instrumento político confiable y representativo.

La dinámica que se experimenta en las filas del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), luego de la llegada del Ing. Federico Antún Batlle y su magistral equipo, a la conducción de ese partido que tantas páginas gloriosas escribió en la historia nacional luego de la desaparición de la dictadura de Trujillo, ha marcado un cambio en el enfoque que en los últimos tiempo se les ha dado a los partidos político en la República Dominicana, y esa circunstancia constituye una esperanza de vida, no solo para los reformistas sino, fundamentalmente, para el país que ha visto con estupor el deterioro del sistema de partido, con los peligros que esa situación entraña para la democracia.

Las fuerzas políticas nacionales han desertado de sus compromisos fundamentales de intérpretes e interlocutores de las demandas populares y han hecho una apostasía de los valores y principios que les dieron origen, para convertirse en empresas en las que prima el interés de una cúpula insensible y egoísta que solo atiende a elevar sus condiciones existenciales mediante la acumulación originaria de bienes. El PRSC marcha aceleradamente para cambiar radicalmente ese cuadro insólito y dotar al país de un instrumento político confiable y representativo.

Quique Antún es la bujía que ha encendido la chispa de ese proceso de renovación y cambios, es la luz que ilumina los senderos del nuevo reformismo, ese que aspira a conectarse con la gente, el reformismo de las propuestas creíbles, ese reformismo cuyo modelo transformó el país y lo dotó de la infraestructura más portentosa vista por los dominicanos, en base a una gestión eficiente, austera, sostenida en el ahorro público, sin dispendios y sin endeudamiento que pongan en peligro el futuro de las nuevas generaciones.

Quique Antún, cuyas dotes de estrategas son ampliamente reconocidos en todo el país, ha hecho una asociación simbiótica, unificando en torno a un proyecto de partido y de nación, a las mentes más robustas y dotadas de los jóvenes, con la experiencia y vigor de las generaciones más adultas, para hacer un nuevo partido reformista, un partido que se adapte a las exigencias de la vida moderna, un partido competitivo, democrático, participativo con el que pueda contar el país para su desarrollo y en procura del bienestar de toda la familia.

El PRSC arrancó ya con la designación de las diferentes comisiones que tendrán la misión de renovar el partido a nivel nacional. No habrá una sola pulgada del territorio nacional en donde el calor de los reformistas no se haga sentir. Vamos a trabajar sin descanso, vamos a educar y a solicitar el respaldo del pueblo para servir a ese mismo pueblo que en los actuales momentos se encuentra despojado y abandonado por el sistema político, y cada vez más víctima de su miseria.

El trabajo es arduo, porque no se puede negar que el PRSC está sitiado por grupos externos con una pobre presencia interna que no quieren que el partido crezca, que sea dueño de su propio

destino y que se reencuentre con los principios que le dieron origen y marcaron su identidad. Pero estamos convencidos de que la voluntad de hierro de los reformistas, unida a la decisión irreversible e inquebrantable de la alta dirigencia de caminar con sus propios pies, serán los acicates que nos harán vencer todas las dificultades y nos conducirán a la victoria, con la gracia de Dios.

Los reformistas tenemos abiertas las puertas de la esperanza, tenemos un gran partido, una maquinaria portentosa, un legado esclarecedor, un compromiso irrenunciable, entonces, el futuro es nuestro. Tenemos que trabajar unidos, no hay motivos para la duda, los reformistas tienes espacios irreemplazables en su partido, cuentan con una dirección focalizada e inspirada que trabaja para hacer un nuevo partido que se convierta en un pilar de la democracia y en el guardián de los intereses de la población, especialmente de los pobres, como nos enseñó nuestro líder y prócer Joaquín Balaguer.

Por Sergio Acevedo