Por Sergio Acevedo.
La naturaleza de los partidos políticos en una democracia liberal es la confrontación de las ideas, las divergencias de opinión, el pluralismo y la participación en los procesos de toma de decisiones. La dinámica partidaria gira en torno a un eje de lucha de contrarios, de intereses contrapuestos, de conflictos que deben encontrar solución mediante los mecanismos de control y disciplina internos, lo mismo que a través de los módulos de participación que son esenciales para garantizar la democracia interna y el crecimiento de la entidad.
Por Sergio Acevedo.
La naturaleza de los partidos políticos en una democracia liberal es la confrontación de las ideas, las divergencias de opinión, el pluralismo y la participación en los procesos de toma de decisiones. La dinámica partidaria gira en torno a un eje de lucha de contrarios, de intereses contrapuestos, de conflictos que deben encontrar solución mediante los mecanismos de control y disciplina internos, lo mismo que a través de los módulos de participación que son esenciales para garantizar la democracia interna y el crecimiento de la entidad.
La búsqueda de solución externa a los conflictos internos no ofrece garantía de solución efectiva y real, debido a que tal procedimiento puede momentáneamente producir un respiro del problema, pero no lo soluciona, las confrontaciones persistirán mientras estén presentes las causas que la generan.
El tema viene a colación a consecuencia de que hoy se conoce en el Tribunal Superior Electoral el proceso judicial del Partido Reformista Social Cristiano, y en el cual se anuncia que las principales autoridades del PRSC, Quique Antùn, y Rogelio Genao, harán importantes declaraciones al respecto.
Constituye una rutina el apoderamiento a dicho tribunal del conflicto que afecta al PRSC desde hace más de un año, sin que hasta el momento se vislumbre una solución al conflicto generado por la actitud levantisca de un sector que ha querido usurpar las funciones dirigénciales del grupo institucional sin someterse al rasero del escrutinio estatutario, así como a las normas de la participación democrática.
No importa la decisión que adopte el alto tribunal al respecto, el problema se va a mantener y se agudizara aún más si el órgano judicial comete el exceso de darle ganancia de causa a los mal llamados “disidentes”. Porque en realidad se trata de un conflicto que adquirió la categoría de “fundamentalmente político” y que, por lo tanto, demanda una solución política que ponga remedio al problema.
Entiendo que no se requiere instalar una mesa de diálogo, ya el sector institucional ha realizados ingentes llamados al grupo contrario para que se siente a dialogar, llamados que han sido desconocidos porque en verdad lo que se persigue no es sólo participación, sino también, repartición. Ese sector no se conforma con las posiciones administrativas que ostenta en el gobierno, aspira a lograr posiciones políticas que les permita mantener esos puestos que deberían ser de los reformistas.
Mientras tanto, se dedican al trabajo sucio, obstruccionista, desenfadado con el único propósito que el de hacer daños. Y cada vez que se somete un mamotreto jurídico impugnando las asambleas celebradas por los institucionalistas, eso constituye una pérdida de tiempo que retrasa los trabajos de reorganización, imprescindibles para poner al PRSC en condiciones óptimas para una participación eficaz en las elecciones del 2020.
No creo que el TSE va a emitir una sentencia de inmediato, ordenará la presentación de nuevos documentos en un determinado plazo, fijará una nueva audiencia dentro de varios meses, se reservará el fallo cuando se celebre la nueva audiencia, si es que no surgen incidentes de procedimientos, y evacuará una sentencia al estilo Pilatos en enero o febrero del 2019.
La única solución está en el diálogo y el reparto, no hay otra salida fuera de ahí, la vía judicial no es la solución porque se trata de un fenómeno político al que hay que aplicarle la medicina correcta. Sólo si los disidentes se deciden a formar tienda aparte, como lo hizo Amable Aristy, podría haber solución sin reparto, pero ninguno de ellos tomara esa decisión porque se trata de gente sin carisma, sin liderazgo, que han llegado a la posición que ostentan por el partido, no por méritos personales. Además, no van a gastar su dinero en una aventura que, de antemano, está destinada al fracaso.
Los conflictos y las confrontaciones son la vida de los partidos en todos los sistemas y, de manera muy especial, en el sistema de democracia participativa. En esta tesitura, los partidos políticos se han convertido en piezas claves para la confrontación, la que se expresa de manera muy especial en los medios de comunicación a través de la propaganda.
Son los partidos políticos los responsables de incentivar la discusión racional en su modelo de comunicación y, con ello, de motivar en el ciudadano un interés por la participación y legitimación democrática.
Los partidos políticos son piezas fundamentales para la pluralidad política. En democracias modernas, los partidos se han convertido en los engranajes del conflicto político, lo generan, lo contienen y, según sea el caso, lo resuelven.
Las oportunidades de participación electoral han quedado enmarcadas por la decisión de los partidos y, en esta medida, cuestiones como la cultura política dependen de la percepción de la ciudadanía sobre el entorno partidista.
Es necesario precisar que las actividades de los partidos políticos están en función del momento político y democrático que les toque vivir. Precisamente, el punto nodal de la actividad partidista se encuentra en las coyunturas electorales: a partir de ahí, tanto la maquinaria institucional como mediática se ponen en funcionamiento.
Siempre se presenta la necesidad de que el partido cuente con mecanismos eficientes de comunicación, es esa la vía de intervenir para la formación de una corriente de opinión que le favorezca en términos electorales. De esta manera, se desarrolla no sólo un nuevo espacio de interacción, sino además nuevos contenidos que moldean la opinión pública.
Todo esto es vital porque al fin y al cabo, la dinámica del partido puede ser resumida en dos tareas esenciales: organización y propaganda, yo diría que tres, porque se precisa la formación política para poder contar con militantes eficientes, aguerridos y conscientes, capaces de defender con ahínco el voto del partido en cada nivel de elecciones.