En ninguna parte del mundo donde opere el modelo político democrático, se prescinde del uso de las encuestas como método de medición científica, que permite medir, en un momento determinado las diversas variables presentes en el contexto social del país, ya que de ese modo los políticos y los partidos se proveen de las informaciones que les permitan intervenir y presentar ofertas acordes con las demandas nacionales e, igualmente,
Por Sergio Acevedo.
En ninguna parte del mundo donde opere el modelo político democrático, se prescinde del uso de las encuestas como método de medición científica, que permite medir, en un momento determinado las diversas variables presentes en el contexto social del país, ya que de ese modo los políticos y los partidos se proveen de las informaciones que les permitan intervenir y presentar ofertas acordes con las demandas nacionales e, igualmente, generar corrientes de opinión favorables al partido y a los candidatos destinados a ocupar una determinada posición pública.
A pesar de que los resultados de las encuestas alcanzan su clímax polémico al calor de los procesos electorales, y mientras más cerca esté las elecciones mayores será su resonancia, la posibilidad de que los resultados del estudio sea viciado mediante mecanismos manipulados, y que sus derivaciones no se correspondan con la verdad objetiva, es algo que siempre está presente; y de hecho, los políticos en nuestros país cuentan con empresas consultoras que operan con exclusividad para una determinada parcela.
Siempre está presente la posibilidad de que los resultados no sean válidos, que se dude de su legitimidad, de que sean manipulados atendiendo al interés de quien paga la encuesta, especialmente cuando se procura inducir en la conciencia de los electores una percepción ajena a lo que señala la realidad objetiva.
Los últimos resultados presentados por la firma ASISA, con relación al posicionamiento del ex presidente Leonel Fernández, que lo señalan como ganador en primera vuelta en todos los escenarios factibles de presentarse en el torneo electoral del 2016, son realmente ridículos, porque la verdad efectiva es que la imagen de Leonel ha entrado en un proceso indetenible de deterioro en la medida que el país se entera de todas las inmoralidades y manejos torvos que tuvo durante su desempeño como mandatario.
La magia que lo acompañó durante el tiempo que estuvo en el poder, ha desaparecido, porque el país se ha dado cuenta de que se trata de un político sin escrúpulos, que utiliza de manera insensible los recursos del Estado para agenciarse respaldo político y para comprar conciencia sin límites, mientras el país sufre las más horrendas calamidades de un desempeño alegre, sectario, desigual y sin recatos que tiene a la nación al borde de la catástrofe.
La encuesta es propiamente una herramienta que puede ser utilizada para cualquier propósito, mientras exista una mente patibularia que la financie y empresas dispuestas a recibir favores económicos con sus manipulaciones, sin que esa duplicidad de intensiones perjudique en lo más mínimo a la entidad contratada.
En este tramo, por lo regular, las firmas encuestadoras exclusivas trabajan para favorecer a sus clientes, y los resultados que presentan de sus “estudios” no son legítimos, debido a que están contaminados desde un principio por un manejo turbio y una manipulación de las muestras. Los resultados son, en consecuencia, los que el cliente ha pactado y requiere, los que se piensan y obtienen casi siempre desde una computadora.
A Leonel le interesa presentarse como el que domina el escenario político en el país, no solo como un mecanismo para alimentar su ego, sino también como un recurso desesperado frente a todos los fracasos obtenidos después de su salida del poder, desde el cual pudo manipular todas las instituciones y crear mecanismos públicos para agenciarse impunidad y cortejar su eventual retorno en el 16, regreso que cada vez se le torna más lejos por ese rechazo que tanto la población, como una parte importante de su propio partido, siente hacia el personaje.
Como no se da por vencido en su inútil empeño de retorno, el que considera vital para su existencia como una figura estelar de la política vernácula y como un mecanismo desesperado de protección, manipula la encuesta en un orden positivo hacia él, situándolo en un plano del cual está muy distante; también, pone a partidos a quien considera potencialmente aliados en un nivel tan escuálido que obligue a la organización a perder la fe y la esperanza de lograr un crecimiento independiente que les permita competir con buenos augurios en el escenario de la República.
Por eso, la encuesta ASISA y todas las que ha pagado Leonel sitúan al PRSC en un nivel tan pequeño en materia de simpatía y aceptación frente al electorado. La razón es única, se pretende sembrar el desaliento, la impotencia, la desmoralización de los reformistas, que están con la frente en alto, trabajando noche y día en todo el país construyendo un partido nuevo, independiente, autónomo; un partido que se convierta en un verdadero instrumento de liberación, un partido que nos sitúe en la cima de la preferencia, que luche y trabaje contra la pobreza, que sea un mecanismo de redención al servicio de los excluidos, como siempre lo soñó Balaguer.
Nuestro partido se prepara desde hace más de un año, desde que asumieron los actuales directivos con Quique Antùn a la cabeza, para dar el gran salto hacia nuestra emancipación como entidad política libre e independiente. El líder del PRSC con su equipo ha trabajado duro en todo el país, construyendo un partido nuevo, ha incorporado cientos de miles de jóvenes y mujeres a sus filas, y los hemos agrupado bajo el predicamento de un trabajo tesonero y eficaz para cambiar el país y rescatarlo del drama del presente.
Las maniobras de Leonel carecen de sentido, puesto que las mismas no van a variar nuestro cometido ni nos van a alejar ni un centímetro de nuestros compromisos con el país. Ya se anunció la Asamblea para el 20 del presente mes, y en ese día los reformistas vamos a escoger por consenso a Quique Antún como nuestro candidato a la Presidencia de la República, lo que marcará el nuevo comienzo y nuestro crecimiento será geométrico.
La candidatura de Quique Antún marcará una nueva etapa en el desarrollo del PRSC, impactará en el estilo y la modalidad de hacer política en el país, será la entrada de la juventud pensante y de avanzada a la lucha por la conquista del poder, lo que será una contribución decidida a la democracia y a la participación de las nuevas generaciones.
Con la candidatura de Quique Antún habrá una revalorización de la política, porque se trata de un líder carismático, dueño de un ángel personal que lo conecta con el público, un político que a pesar de ser un burgués de nacimiento, tiene la sensibilidad de trabajar por el bienestar de todos, especialmente lo más pobres, que ve la política como una instancia de servicio y de promoción del bien común; en fin, de un político que se ha preparado intelectualmente y que cuenta con una experiencia de Estado que constituye una plena garantía de que será un gran gobernante, el mejor y más completo discípulo de Balaguer.