Por Sergio Acevedo.

Quique Antún es un político que vino al mundo con su ADN diseñado para el ejercicio de esa actividad, cuya importancia es de un interés capital en la vida del hombre, puesto que ella es la única acción que determina y que marca el avance social de los pueblos debido a que interviene en todas las actividades del desarrollo humano, en todas sus etapas.

Por Sergio Acevedo.

Quique Antún es un político que vino al mundo con su ADN diseñado para el ejercicio de esa actividad, cuya importancia es de un interés capital en la vida del hombre, puesto que ella es la única acción que determina y que marca el avance social de los pueblos debido a que interviene en todas las actividades del desarrollo humano, en todas sus etapas.

Al dedicarse a la política tomó una decisión inteligente, sabia, humana, porque solo mediante ese  ejercicio puede satisfacer su vocación de servicio a la persona y puede lograr los engranajes de poder que habrán de permitirle modificar ese cuadro de oprobio y de ignominia que viven grandes conglomerados de ciudadanos marginados en el país.

Quique pudo ser un gran empresario, como lo fueron en su tiempo algunos de sus ancestros, o un académico, puesto que tiene bagaje y mitra para la didáctica y la humanística, pero se decidió por la política, porque desde temprano se convenció de que era la única forma práctica de intervenir en los fenómenos de la sociedad y contribuir a solucionar los males que afectan al conglomerado, especialmente la angustia de los más débiles, los cuales viven desde antaño en un estado de postergación y miseria que los excluye del disfrute de la riqueza proporcionada por Dios para beneficio de todos. 

Quique renunció al boato y al esplendor de una vida fastuosa para dedicarse a la política, una actividad ríspida e intrincada, sobre todo de la manera destemplada que se ejerce en el país, para darle rienda suelta a su vocación transformadora mediante un ejercicio sano y constructivo de la única actividad humana que incide en todos los intersticios de la vida.

Como político ha sido promisorio y ha establecido una norma de conducta que ha sido impoluta en todos sus aspectos y que se ha convertido en fuente de inspiración para una generación de políticos contemporáneos a él que, a pesar de todas las vicisitudes de la vida, siempre hemos coincidido en todos sus planteamientos y le hemos brindado nuestro apoyo en todas las circunstancias y de manera irrestricta.

Hemos trabajado la política provistos de un sentimiento legítimo de cambios, con una vocación incuestionable de servicio que nos hace diferente, limitados en el uso de bienes materiales, pero con un aura de amor que nos alienta y nos brinda soporte para afrontar los sacrificios que nos conducen hacia el éxito.

La política no es un espacio abstracto, se trata de una actividad práctica y concreta, ya que es el eje a partir del cual se desarrolla el resto de la vida social y donde son posibles las transformaciones de ésta, como hemos apuntado.

El rol de los políticos es cumplir con el verdadero objetivo de la política, lo cual consiste en el bien común y, por lo tanto, en la satisfacción de las necesidades. Por eso es su obligación estudiar los fenómenos e intervenirlos para compensar los intereses del grupo político en que actúa, lo mismo que los del resto de la sociedad a la que se debe.

Por eso la sociedad dominicana y nuestro partido tenemos plena confianza en Quique como capitán y líder de nuestro partido, para buscar la salida más promisoria a los intereses de todos en este proceso electoral que se avecina. Sus contradictores internos no están inspirados en otros motivos que no sea el de mantener los privilegios que disfrutan desde hace años, sin importarle que el partido y su gente se desgranen ante la  reprobación de un pueblo que demanda con urgencia la vigencia de un PRSC independiente y cónsono con el pensamiento de Balaguer. 

Quique Antún es un líder forjado en la brega y el sacrificio, un dirigente que ha renunciado a todas las delectaciones de la vida para asumir el sagrado compromiso de llevar al PRSC al poder, de un político consagrado que ha dedicado su tiempo a la tarea de orientar y dirigir a un partido que es dueño del rico legado histórico  ofrendado por su líder inmarcesible, Joaquín Balaguer.

Quique quiere lo mejor para el país y para el PRSC, trabaja y lucha sin descanso para lograr el crecimiento que ha experimentado nuestra agrupación bajo su mando. Y, como  su trata de un político ducho, experimentado, con agallas y carácter suficientes para defendernos, tenemos que brindarle nuestro apoyo incondicional y pedirle a Dios que continúe iluminándolo para que su decisión, junto a los organismos de dirección partidarios, sea la que más convenga a los intereses de todos.

Hoy más que nunca adquiere vigencia y se engalana con nuevo matices, aquella consigna de lucha de los reformistas de lo que diga Balaguer, eso es lo que va. En esta ocasión debemos levantar bien alto nuestra bandera, diciendo a todo pulmón: “lo que diga Quique, eso es lo que va”.