Por Sergio Acevedo.

No es necesario ser un virtuoso de la ciencia política para poder descifrar la maniobra estratégica del grupo de “reformistas” falazmente llamados disidentes, puesto que no reúnen esa categoría en razón de que sus conflictos con el PRSC están motivados, en un interés bastardo como es el de asaltar la dirección del partido con el deliberado propósito de ponerlo al servicio del PLD, partido este que actúa como un auténtico depredador del sistema político dominicano.

Por Sergio Acevedo.

No es necesario ser un virtuoso de la ciencia política para poder descifrar la maniobra estratégica del grupo de “reformistas” falazmente llamados disidentes, puesto que no reúnen esa categoría en razón de que sus conflictos con el PRSC están motivados, en un interés bastardo como es el de asaltar la dirección del partido con el deliberado propósito de ponerlo al servicio del PLD, partido este que actúa como un auténtico depredador del sistema político dominicano.

En un partido democrático la disidencia es legítima puesto que en una actividad como la política, llena de conflictos e intereses, es natural que los actores tengan puntos de vistas contrarios con relación a una diversidad de temas. Pero las contradicciones se dirimen a lo interno, utilizando los mecanismos de los estatutos, respetando la disciplina, al igual que la decisión de la mayoría.

La democracia partidaria nos permite criticar las actuaciones de los dirigentes dentro del marco que nos proporciona la ley interna, con respeto y en un ambiente de colaboración, no de conspiración como resulta de las actuaciones del grupo “disidente”.

La manera necia de impugnar las decisiones del sector institucional, bajo la tutela de Quique Antùn y Rogelio Genao, revela exclusivamente que su único interés es el de dañar al PRSC, convertirlo en una entelequia, desnaturalizando su esencia y pretendiendo prostituir su rol de opositor, que es la única categoría que le habrá de permitir conquistar la aprobación de los ciudadanos y, consecuentemente, su ascenso al poder.

Y, precisamente, esa labor de zapa y de excavación que pretende derribar inútilmente el edificio de nuestra estructura orgánica, es la entrega miserable que hacen al patrón para que les permita continuar disfrutando de los lujosos cargos que ostentan en la administración pública, reproduciendo una vida muelle de la que sólo disfrutan ellos y sus familiares, mientras los reformistas languidecen castigados por el hambre y la miseria.

La nueva embestida contra el PRSC de impugnar ante el Tribunal Superior Electoral (TSE) la recién concluida Asamblea celebrada el pasado domingo, está irremisiblemente destinada al fracaso, porque no es posible que pueda prosperar ante un tribunal integrado por jueces que son maestros de las ciencias jurídicas, un mamotreto sin fundamentos, sostenido exclusivamente en la mentira y la invención. La Asamblea General del domingo 20 de los corrientes, constituyó un festival de democracia y de participación, en la cual los reformistas se expresaron delirantemente en respaldo al líder incuestionable Quique Antùn, lo mismo que al Secretario General Ramón Genao y demás dirigentes elegidos.

Esta nueva estocada a la institucionalidad del PRSC debe ser interpretada como una acción deliberada de distracción para que no iniciemos cuanto antes en programa de organización pendiente, con lo que nuestro partido habrá de estructurar todos los organismos señalados por los estatutos en todo el territorio nacional.

No podemos detenernos ante nada, nuestro PRSC está destinado a jugar su rol de abanderado del cambio social, por encima de todas las vicisitudes, tenemos que prepararnos adecuadamente para la competencia electoral de la cual tenemos el compromiso con la población de salir airosos, avanzando hacia nuestro destino y aumentando considerablemente la matrícula de nuestros representantes en el Congreso Nacional, lo mismo que nuestra cartera de síndicos y regidores.

Tenemos que avanzar en el empeño debido a que el país lo demanda, no podemos continuar con este estado de cosas que nos agobia como nación que representa una sociedad saturada de exclusiones inicuas, las cuales han llegado a un nivel de peligrosidad que en el campo social, nos han robado la esperanza.

El reformismo está de pie, alerta para defenderse en cualquier estadio, ninguna escaramuza nos va a sacar de nuestro foco, porque estamos delirantes e imbuidos del espíritu revolucionario de Balaguer, la potencia de su pensamiento y de su acción nos inspira para mantenernos activos e impertérritos, y para vencer todos y cada uno de los obstáculos que nuestros adversarios nos impongan en el camino.

Llegó la hora de enarbolar nueva vez nuestro himno de batalla: “Reformistas, otra vez a la carga, a gritos de vencedores”.