El obispo de la Diócesis de San Francisco de Macorís, Monseñor Fausto Ramón Mejía Vallejo, afirmó ayer que “la educación en valores garantiza la paz social”, tras señalar que en la familia es donde se generan los principios fundamentales, los cuales sirven como instrumentos determinantes para combatir los actos de corrupción que afectan a la sociedad.

El obispo de la Diócesis de San Francisco de Macorís, Monseñor Fausto Ramón Mejía Vallejo, afirmó ayer que “la educación en valores garantiza la paz social”, tras señalar que en la familia es donde se generan los principios fundamentales, los cuales sirven como instrumentos determinantes para combatir los actos de corrupción que afectan a la sociedad.

Al hablar en el marco de la conmemoración del Día Internacional Contra la Corrupción, monseñor Mejía Vallejo afirmó que el nuevo nombre de la “caridad” en la República Dominicana y en toda la función pública debe ser la “política”, porque su ejercicio es para la búsqueda del bien común.

Por ello, instó a los servidores públicos a que no cedan en cuestión de principios y valores y que asciendan con honradez y rectitud: “No importa el puesto que deban asumir, pero igual, cuando tengan que bajar del cargo, háganlo con gallardía y no se dejen romper nunca el fémur espiritual, para que la corrupción no entre nunca en sus vidas”, apuntó el religioso.

El obispo de la Diócesis de San Francisco de Macorís se dirigió en esos términos a cientos de servidores públicos que participaron en un acto que fue organizado por la Dirección General de Ética e Integridad Gubernamental.

La Iglesia Católica, junta a las demás denominaciones religiosas, ha asumido desde hace tiempo una campaña militante en el combate a los actos de corrupción generados desde el gobierno y otros sectores de la sociedad, los cuales se han convertido en una crisis de la cual no hay estamento oficial que esté inmune. 

La corrupción en República Dominicana es generalizada y esa situación afecta considerablemente todo el tejido social, especialmente las actividades económicas, al tiempo que niega el acceso de la gente pobre al disfrute de servicios esenciales, como es el caso de la vivienda, la salud, educación etc. La corrupción es un incentivo poderoso para el crecimiento de la pobreza.