El obispo de la Diócesis de San Francisco de Macorís, monseñor Fausto Ramón Mejía Vallejo, expresó ayer que la sociedad dominicana “es un desastre”, y en tono enfático dijo: “Esto tiene que cambiar”.

Hablando en el encuentro semanal que celebra el Listìn Diario, l alto prelado sostuvo que en el mismo Estado se ha llegado a una especie de normalidad de la corrupción y a tomar lo que no le corresponde.

El obispo de la Diócesis de San Francisco de Macorís, monseñor Fausto Ramón Mejía Vallejo, expresó ayer que la sociedad dominicana “es un desastre”, y en tono enfático dijo: “Esto tiene que cambiar”.

Hablando en el encuentro semanal que celebra el Listìn Diario, l alto prelado sostuvo que en el mismo Estado se ha llegado a una especie de normalidad de la corrupción y a tomar lo que no le corresponde.

“Si se roba tanto, aunque no se pueda probar muchas veces, entonces los que están abajo dicen pero si fulanito coge, por qué yo no lo puedo hacer”, expresó.

El obispo, quien es también rector de la Universidad Católica Nordestana (UCNE), precisó que parece que la justicia solamente se imparte a la gente más humilde y más sencilla, porque a los que se roban medio Estado no les pasa nada. 

No obstante, afirmó que es optimista y cree que se debe seguir sembrando. Resaltó que esa academia está en un relanzamiento para de esa forma contribuir, porque están en un buen momento.

Mejía Vallejo apunta que hay una conciencia en la población, y evalúa que el movimiento Marcha Verde es una muestra, al igual que lo fue el movimiento que se formó para reclamar el 4% del producto interno bruto para la educación. Empero, observa que la Marcha Verde agrupa a “mansos y cimarrones”.

“Hay una conciencia grande en la sociedad, y una demanda por supuesto, en la que caemos en la cuenta de que así no podemos continuar”, expresó Mejía Vallejo. 

En el Desayuno de Listín Diario, que encabeza su director, Miguel Franjul,  el obispo estuvo acompañado del padre Isaac García de la Cruz, vicerrector ejecutivo; el médico Martín Ortega Then, vicerrector académico; el jurista Elías Esmurdoc, vicerrector de Desarrollo y Asuntos Internacionales y la periodista Maridalia Lora, directora de Relaciones Públicas.

Los invitados tuvieron la oportunidad de compartir por un momento con el presidente del Consejo de Administración de Listín Diario, Manuel Corripio Alonso.

El obispo percibe que en el país hay una involución de los valores.  Dice que aunque los valores no se enseñan, sino que se muestran, hay que insistir en el ámbito donde la persona se mueve.

Está convencido de que en cualquier institución, incluso la familia, que define la más importante, la cabeza es que “marca el compás”.

 “En la familia, el papá y la mamá son los que marcan el compás, en la universidad tiene que ser el rector, en la diócesis, el obispo; en la parroquia, el párroco; en el Estado tienen que ser el Presidente y los funcionarios, entonces, ahí tenemos problemas y dificultades cuando la cabeza no marque el compás, el ritmo, no mandan mensaje claro, viene toda la distorsión”, indicó monseñor Mejía.

Puntualizó que en una familia los niños hacen lo que ven hacer a sus padres, por lo que “si los papás no son triunfadores, que beben ron o no llevan una vida sana, ¿qué mensaje le estarán enviando a los hijos?”.

Sostuvo que la misma educación está maleada y dice que siempre dice que le dan pena los profesores de escuela pública y liceos, porque esos niños provienen de familias donde se han perdido los valores. 

En otra parte de la entrevista, el prelado católico resaltò que San Francisco de Macorís tiene un gran empuje económico debido a que es una de las provincias más productivas del país, por lo cual asegura que no es el centro de las drogas como se vendía esa ciudad antes.

Monseñor Mejía Vallejo dijo que en esa ciudad hay un despertar donde hay varias cooperativas y que a los empresarios les preocupa el tema de los valores familiares y la honradez. Señaló que en algunas empresas ha habido problemas de robo por parte de los mismos empleados. 

“Macorís es una de las provincias más pujantes del país. Antes se vendía como el centro de las drogas, pero Macorís no es eso, cambió”, destacó el prelado.

Indicó que allí hay sembradas alrededor de 150 tareas de cacao que los propios productores se encargan de comercializar el fruto. 

Afirmó que las personas han podido construir casas buenas y bonitas, con recursos que no provienen de las drogas.

El obispo informó que se ha reunido con el sector empresarial para saber qué necesitan y que además realizan evaluaciones de los problemas en las 48 parroquias de la diócesis, para determinar dónde amerita hacer más énfasis. 

Igualmente, puntualizó que en San Francisco hay más conciencia en la población. “Macorís tiene un empuje muy grande a todos los niveles”, manifestó el prelado. No obstante, dice que hay falta más evangelización.