El recién concluido año 2014 tuvo varios temas controversiales para la República Dominicana que marcaron el debate público entre los distintos sectores. Sin embargo, existe poca duda sobre cual terminó siendo, nuevamente, el más intenso de todos por sus características. Nos referimos a las relaciones con la parte occidental de la isla, Haití y los nacionales de ese país que residen en territorio dominicano de manera irregular.

El recién concluido año 2014 tuvo varios temas controversiales para la República Dominicana que marcaron el debate público entre los distintos sectores. Sin embargo, existe poca duda sobre cual terminó siendo, nuevamente, el más intenso de todos por sus características. Nos referimos a las relaciones con la parte occidental de la isla, Haití y los nacionales de ese país que residen en territorio dominicano de manera irregular.

Las acciones para fijar claramente la nacionalidad dominicana, en acorde con todas las constituciones que han regido nuestra vida institucional desde 1929, fueron recibidos con ataques feroces de gobiernos extranjeros, organismo internacionales y organizaciones no gubernamentales que buscan colocar al estado dominicano como pivote en el tema haitiano. 

El mero ejercicio de nuestros derechos como país con 171 años de independencia, crea recelo en quienes quieren desentenderse de lo que sucede en Haití y eso fue evidente durante todo el año pasado. Sin embargo, como acto de buena fe, y no por ceder ante chantajes, aprobamos un plan de regularización que otorgaría la ciudadanía dominicana a quienes cumplieran con los requisitos detallados. Esto, fue visto como insignificante y lo que siguió fueron llamados irrespetuosos a cambiar nuestra Constitución, la primera en toda nuestra historia que surge del consenso y debate, no de conflictos. 

El 2015 apenas comienza y la primera noticia que trajo consigo, el viernes 2 de Enero, fue sobre como turbas violentas en el poblado de Anse au Pitres en Haití rodearon el consulado dominicano, intimidando a los empleados civiles e impidiendo su salida. Esto, en respuesta al arresto por parte de la armada dominicana de pescadores haitianos en aguas dominicanas. Recibimos pues el año en consternación por la seguridad de compatriotas que laboran en el país vecino representando nuestro gobierno. 

No obstante, esta consternación ha sido descrita como agitadora por voceros del gobierno haitiano que va más allá y acusa a la prensa dominicana, en la sede del Palacio Nacional, de afectar las relaciones entre ambos países. Declaraciones lamentables contra medios que en el cumplimiento de su deber, nos mantuvieron informados sobre los acontecimientos. 

Luego de acontecimientos como los ataques a las embajadas de Estados Unidos en Benghazi, Libia que cobro cuatro vidas incluyendo la del Embajador estadounidense y de Irán en el Líbano con 23 vidas perdidas, episodios como el de Anse au Pitres no pueden ser tomados a la ligera. Más aun cuando la República Dominicana tiene historial en ese sentido como la toma de la embajada en Bogotá por parte de guerrilleros en 1980 y en el mismo Haití en Abril de 1963 por parte de duvalieristas.

En el caso de 1963, el entonces Presidente Juan Bosch, defendiendo la dignidad dominicana, reacciono dando un plazo de 24 horas al gobierno haitiano para el cese de las hostilidades. Así ha sido siempre que nuestro país ha tenido que actuar en guerras, altercados o diferencias. Hemos actuado solo cuando las circunstancias lo vuelven obligatorio pues somos un país de dialogo.

Hacemos pues, un llamado a nuestros vecinos haitianos al respeto de la soberanía dominicana, la integridad de nuestro territorio y la labor periodística. Así mismo le recordamos respetuosamente al gobierno dominicano que tiene el deber y el compromiso de ser garante de ello. Las buenas relaciones son fundamentales pero debe haber intención desde ambos lados de la frontera. Querer ignorar episodios violentos no hará que desaparezcan. Denunciarlos y combatirlos si lo hará.