El respaldo valiente y oportuno brindado por Quique Antún al gobierno transitorio de Venezuela que encabeza el joven diputado Juan Gruaidó, constituye un acicate a los grandes esfuerzos que realizan los venezolanos en su lucha para ´pone fin a la dictadura que encabeza Nicolás Maduro y, de ese modo, restaurar la democracia en ese hermano país que hoy sufre la desgracia de ser gobernado por un paranoico obsesivo que ha sumido a ese pueblo en un estado de postración social realmente calamitoso.

Como un auténtico demócrata, el líder reformista llama a Maduro a abandonar pacíficamente el poder que usurpa, como fórmula de evitarle un baño de sangre a la patria de Simón Bolívar, que ya no aguanta por un minuto más la situación de hambre y miseria en que lo ha sumido el populismo recalcitrante y criminal de Maduro, el más miserable y bestial de los herederos del chavismo.

Quique Antún, con su pronunciamiento en favor de la democracia en Venezuela, se convierte en un genuino intérprete del pensamiento de Balaguer, porque no hay dudas de que nuestro líder histórico, en el caso de que estuviera vivo, hubiera hecho exactamente lo mismo, dado al vigor y a la trascendencia con que Balaguer defendió la democracia en nuestro Continente.

De paso, Quique Antún, hace un suculento mentís a las voces agoreras que claman en el desierto la infamia de que en el PRSC existe un plan para olvidar el legado de Balaguer, como si este fuera simplemente la instalación de una foto en un cuadro.

En Venezuela no hay solución a la crisis que afecta al país si no es provocando la salida del poder de Maduro y la convocatoria a elecciones realmente libres y democráticas, en las cuales los venezolanos puedan escoger los ciudadanos que estarán al frente de los poderes públicos, porque es un imperativo urgente que las instituciones políticas y sociales del país sean restauradas para poder emprender la tarea de rehabilitar la economía y poder hacerle frente a la producción de alimentos, al abastecimiento de comida y medicina, entre otras urgencias.

Maduro ha hundido a la población en una miseria material nunca antes vista en un periodo de paz, una miseria material inimaginable hace pocos años en uno de los países con más potencial material y humano de América. Ese país hermano vive un retroceso que es inaceptable en esta etapa de progreso y libertades que vive la humanidad, porque se trata de la instauración de facto de un régimen autoritario, aunque pretenda guardar una apariencia democrática.

Por lo demás, ineficiente y cruel, porque bajo ese régimen se ha hostigado, reprimido y cerrado medios de comunicación de reconocida solvencia moral y ricas tradiciones en la lucha por la libertad de información y de expresión.

Maduro ha alterado resultados de  elecciones que le han sido adversas, a encarcelado a los líderes opositores y forzado al exilio a millones de venezolanos que hoy pululan por el mundo en búsqueda de un mendrugo de pan para aliviar su hambre.

El respaldo dado por Quique al presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó, debe ser compartido por los demás partidos y las fuerzas democráticas que operan en nuestro país, así como en todos los países del mundo que aman la libertad y el respeto a las instituciones. Maduro es un gobernante de facto, un hombre que asaltó el poder violentando la constitución y las reglas de la competencia democrática.

Porque en Venezuela, el único poder legítimo existente es el de la Asamblea Nacional, la cual logró instalarse con el voto de la dos tercera parte de los ciudadanos. Y Maduro lo ha alterado todo, ha instalado un gobierno de facto con el único respaldo de la cúpula militar que lo acompaña y que han hecho de Venezuela y narco estado. Ese país está en el presente luchando desesperadamente por restaurar su democracia y el Estado de derechos, y eso será posible únicamente con la salida de Maduro.

La demanda de la comunidad internacional y la presión que se está ejerciendo contra Maduro, presagia la caída del dictador y su casta militar que lo acompaña en esta aventura en cualquier momento, pero esa presión debe ser constante, persistente, sin tregua, porque a la serpiente hay que matarla por la cabeza.

El cerco contra Maduro se hace cada vez más estrecho, si se toma en consideración el respaldo que ha venido teniendo el gobierno transitorio de Guaidó, una vez se incorporé la Unión Europea al reclamo por la salida de Maduro, no tengo dudas de que el tirano caerá y el progreso retornará a nuestra querida Venezuela.