Por Sergio Acevedo.
Cuando Quique Antùn plantea la demanda de plena participación de la mujer y la juventud en la vida política del país y pide garantía para que sean respetados los derechos adquiridos por los miembros de los partidos políticos a lo interno de las organizaciones, el líder reformista no solo pide legislar para que esos derechos sean asentados en las normas electorales, sino que también está asimilando uno de los principios cardinales de la democracia cristiana.
El pensamiento demócrata cristiano procura la liberación humana y, en ese tenor, busca la trascendencia del hombre como persona en su doble dimensión de cuerpo y espíritu. El hombre es la semilla que fermenta y fecunda el cambio en la sociedad, la dinámica de su acción motoriza las fuerzas que hacen posible el desarrollo, por lo que su participación protagónica y equitativa en las entidades sociales es un requerimiento fundamental tanto en el diseño, como en la construcción de una sociedad que ofrezca garantía de paz, libertad, progreso, seguridad en igualdad de condiciones para todos sus integrantes, constituye un imperativo humano impostergable.
Por Sergio Acevedo.
Cuando Quique Antùn plantea la demanda de plena participación de la mujer y la juventud en la vida política del país y pide garantía para que sean respetados los derechos adquiridos por los miembros de los partidos políticos a lo interno de las organizaciones, el líder reformista no solo pide legislar para que esos derechos sean asentados en las normas electorales, sino que también está asimilando uno de los principios cardinales de la democracia cristiana.
El pensamiento demócrata cristiano procura la liberación humana y, en ese tenor, busca la trascendencia del hombre como persona en su doble dimensión de cuerpo y espíritu. El hombre es la semilla que fermenta y fecunda el cambio en la sociedad, la dinámica de su acción motoriza las fuerzas que hacen posible el desarrollo, por lo que su participación protagónica y equitativa en las entidades sociales es un requerimiento fundamental tanto en el diseño, como en la construcción de una sociedad que ofrezca garantía de paz, libertad, progreso, seguridad en igualdad de condiciones para todos sus integrantes, constituye un imperativo humano impostergable.
En consecuencia, todos los hombres sin importar su condición social, tienen el derecho a participar en la toma de decisiones, la fiscalización, control y ejecución de las acciones de los entes públicos y privados, que afectan los aspectos políticos, económicos, educativos, sociales y ambientales; a cualquier nivel gubernamental, permitiéndole su desarrollo y el de su comunidad.
En esa misma virtud, la participación debe ser activa, consciente, libre, responsable y, sobre todo, eficaz, procurando la inserción del hombre en la sociedad, de tal manera que permite la mayor realización posible en sí mismo y del conjunto.
Quique Antùn es un líder que estimula y ofrece garantía para que todos los entes sociales, animados con el interés y la capacidad de participar en la vida política desde la instancia del PRSC, lo hagan con garantía absoluta de que tendrán un espacio desde el cual podrán no solo hacer vida política, sino también encausar una carrera fecunda desde la cual puedan servir al país, al tiempo que puedan construir un liderazgo fuerte que les permita el acceso a los órganos de poder, tanto a lo interno de la organización política, como de los poderes del Estado.
Quique Antùn ha focalizado como el principal nicho de crecimiento del PRSC a los jóvenes y a la mujer, porque es en ellos donde reside la esperanza de que se pueda hacer una verdadera fuerza política libre e independiente y con reales perspectivas de competencia en el ámbito electoral. Pero, además, ellos constituyen la inmensa mayoría de electores y la fuente limpia y cristalina para los cambios sociales que no está maleada por la contaminación que afecta la actividad política.
Por eso Quique garantiza la participación en la dinámica reformista y avala que los derechos adquiridos por los miembros del partido en su desempeño, serán respetados religiosamente convencido como está el líder de que solo de ese modo se puede producir una auténtica integración eficaz de los entes partidarios en su ruta hacia el poder.
Y la respuesta ha sido adecuada, las elecciones demostraron, no obstante todas sus fallas y defectos, que la prédica de Quique ha sido oída y que su pensamiento social ha ido calando en una parte del electorado.
El fenómeno tuvo como causante la inmensa capacidad creadora de Quique, su trabajo inagotable, su virtuosismo como estratega que lo cualifican como el más completo del país y, esencialmente, su autenticidad y sinceridad, prendas que brillan en todo su cuerpo y que le otorgan niveles de confiabilidad supremos entre sus interlocutores.
El trabajo con Quique es fructífero, productivo en todas sus dimensiones, porque se trata de un líder diseñado para la política, un dirigente responsable que está cada vez más convencido de que la política se ejerce con responsabilidad porque es la ciencia del poder, la única vía para producir los cambios que demanda la sociedad, por eso emprende esa tarea con energía y decisión, lo mismo que con la ambición de que las cosas se hagan bien para beneficio de la causa que nos agrupa.
Tenemos un líder que es real, de carne y hueso, un líder que trabaja por el bien común; pero también tenemos un partido en perspectiva de progreso. Con esas herramientas nos situamos y nos proyectamos hacia el porvenir, venciendo dificultades, pero focalizado hacia la meta que es la de llegar al poder. El pensamiento de Balaguer nos ilumina y la fortaleza de la estrategia de Quique nos conducirá hacia el éxito resonante y total.