Por Sergio Acevedo.

El cumplimiento de la tarea de representación, que es la vida y razón de ser de los partidos políticos, exige de una disciplina esencialmente normativa que permita la integración de todos los entes humanos en el cumplimiento de las decisiones emanadas de los órganos competentes de la estructura formal y funcional de la entidad, así como de la  jerarquía dirigencial, 

Por Sergio Acevedo.

El cumplimiento de la tarea de representación, que es la vida y razón de ser de los partidos políticos, exige de una disciplina esencialmente normativa que permita la integración de todos los entes humanos en el cumplimiento de las decisiones emanadas de los órganos competentes de la estructura formal y funcional de la entidad, así como de la  jerarquía dirigencial, bajo la tutela del líder, máximo responsable de que el partido marche sobre la ruta trazada sin sufrir ningún tipo de desviación que ponga en peligro el cumplimiento de las metas a alcanzar.

Para el logro de los objetivos, el partido tiene que encausarse por un mismo derrotero, toda su fuerza y energía tienen que orientarse por el sendero de alcanzar las metas propuestas, las que deben ser definidas por las mayorías de manera libre y en un ambiente de participación y plena democracia. Una vez el partido decide una línea de acción, todos sus integrantes deben movilizarse como un solo hombre para que esa decisión sea cumplida, sin que esto suponga un menoscabo al desarrollo de las iniciativas individuales.

La disciplina, en consecuencia, debe de actuar como un elemento catalizador, como un fermento de madurez que involucre al conglomerado en la conquista de los espacios políticos, pero que también cuente con los mecanismos idóneos que permita sancionar a los que se aparten del cumplimiento de las reglas democráticamente establecidas  y previstas como mecanismo de orden cuyo fin no es otro que el de evitar los extravíos que puedan poner en peligro el alcance de las metas.

El Partido Reformista Social Cristiano, sin acudir a los esquemas tremendistas de los partidos ideológicos surgidos a principio del siglo XX, ha entrado a un proceso de renovación y cambios que es irreversible. Su dirigencia, especialmente su líder, Quique Antùn, guía inspirador de este proceso y dinamo de la acción transformadora, ha reiterado su compromiso de darle continuidad a esta faena, convencido de que es la única forma democrática de que el PRSC recobre su espacio político para darle continuidad a la obra de Balaguer, verdadera antorcha y lucero en la reivindicación de los pobres excluidos del bienestar social, al que tienen derecho por mandato de Dios.

Cuando Quique habla de disciplina está hablando de respeto, de cumplimiento con lo establecido por la mayoría democráticamente, a lo que las minorías deben someterse, incluso en el hipotético caso en que no esté de acuerdo. Porque solo así el PRSC puede adquirir la categoría de guía y conductor de las demandas de la sociedad.

La conducción tiene que ser única, no puede haber fisuras, todos debemos acarrear nuestros bueyes en una misma dirección.  Esta conducción única se hace posible porque ella refleja una línea general de acción que ha sido discutida por todos los organismos libremente y acordada por la mayoría.

Aquellos cuyas posiciones han quedado en minoría deben someterse en la acción a la línea que triunfa, desarrollando junto a los demás miembros las tareas que se desprenden de ella. Es entonces la existencia de esta línea de acción clara y su acatamiento por los dirigentes lo que permite la unidad de acción del partido, una conducción única centralizada y, lo que es más importante, el logro y alcance de las metas.

Los procesos disciplinarios abiertos contra varios dirigentes del PRSC, indep0enldientemente de sus resultados, constituyen un alerta y envían un mensaje inequívoco a aquellos dirigentes que tradicionalmente han abusado de las debilidades de nuestro partido en materia de disciplina, que ya el tiempo de que cada cual podía hacer lo que le venga en gana, ya quedó sepultado.

Que existe un PRSC inspirado en la lucha por su posicionamiento, y que ese anhelo no puede ser entorpecido por declaraciones y acciones imprudentes de dirigentes que siempre se han creído que pueden estar por encima del partido y sus organismos. El vocero natural del PRSC es su presidente y líder, Quique Antùn, sólo a él o a quien él decida corresponde publicitar la línea adoptada por los órganos del partido.

En consecuencia, nadie puede referirse en público a temas que no han sido conocidos y aprobados por los órganos competentes, porque eso puede afectar y entorpecer, de manera imprudente, los resultados de cualquier iniciativa política importante para la organización en sentido general. En política se juega al tiempo y al espacio, no podemos ni adelantarnos, ni atrasarnos a los procesos, tenemos que estar siempre sintonizados con el reloj de la historia y con el momento político.