Por Sergio Acevedo.

Los altos niveles de manipulación que sobre los resultados de las encuestas que se han venido realizando en el país, han estado proyectando una posición supuestamente imbatible en la aceptación del presidente Medina, que no se corresponde con lo que refleja la realidad vivida en el país, la que no solo está agobiada por los ingentes problemas que le afectan, sino que también no desestiman ningún escenario para expresar su descontento.

Por Sergio Acevedo.

Los altos niveles de manipulación que sobre los resultados de las encuestas que se han venido realizando en el país, han estado proyectando una posición supuestamente imbatible en la aceptación del presidente Medina, que no se corresponde con lo que refleja la realidad vivida en el país, la que no solo está agobiada por los ingentes problemas que le afectan, sino que también no desestiman ningún escenario para expresar su descontento.

Los estrategas pagados por el gobierno han sustentado su campaña en tierra movediza, por cuanto lo que procuran es mantener una percepción que, como tal, es obra de la elucubración y la fantasía, sin ningún asidero práctico que permita demostrar que  todo lo que se afirma en las encuestas, con relación a los altos porcentajes de simpatía del presidente, se corresponda con la verdad.

Lo que resulta evidente es que los dominicanos estamos sufriendo la angustia de un estado de inseguridad que amenaza nuestra integridad como nación, sin que las autoridades tomen medidas drásticas y oportunas para detener la ola de crímenes que nos abate, que nuestras instituciones están maleadas por la corrupción e impunidad, lo que nos sume en un estado de inseguridad aterrador sin que se avizoren acciones eficaces para enfrentar estos males.

Que la juventud carece de empleos, que pagamos la tarifa eléctrica y los combustibles más caros del mundo, no obstante la reducción del petróleo en los mercados internacionales, lo mismo sucede con los productos de la canasta familiar, cada día suben de precios, mientras en otros mercados la tendencia es hacia la baja debido a la gran reducción en los costos de producción a consecuencia de los bajos precios de las materias primas.

Esos indicadores nos dicen que es irreal los porcentajes de simpatía del gobierno, y que los mismos son fruto de una manipulación grosera de las encuestas pagadas con los recursos públicos para presentar a Danilo y su partido como gigantes, mientras la oposición la presentan enanas, con el ánimo de sembrar el desconcierto y el pesimismo en las filas de las organizaciones de oposición, y que esta adjure de su compromiso  esencial que es el de interlocutora de las demandas ciudadanas.

El partido de gobierno ha demostrado una febril inclinación hacia el gozo del poder y, en consonancia con esa tendencia, hace todas las triquiñuelas y subterfugios dables, retorciendo sin ningún tipo de escrúpulos todos los mecanismos de poder en abono a su propósito de perpetuación, sin que exista un muro ético que lo detenga.

Llenan la administración pública de botellas con grandes salarios con el único fin de agenciarse votos, la política social que practican es discriminatoria, asistencialista, demagógica y populista. Utilizan los recursos públicos para comprar periodistas y medios alabarderos, compran encuestas para fijarse un posicionamiento irreal, compran legisladores para apoyar la reelección, así como partidos políticos que les permita conformar una mayoría que le permita mantenerse en el poder al menor costo, ya que los partidos los compran como si fueran vacas muertas.

El que no ha caído en la emboscada, en esa celada sòrdida, es Quique Antùn, candidato y líder de nuestro partido reformista. Quique es un zorro vertebrado en la política desde su adolescencia. Quique conoce el jueguito y no está en actitud de obtemperar ante  esos devaneos peledeistas. El PRSC sabe muy bien cuál es su posicionamiento en el presente y no está en actitud de convertirse en cómplice de los que han trastornado la vida del país y lo han sumido en la más abyecta miseria.

Si tuvieran un nivel tan alto de aceptación como proclaman sus voceros apoyados en encuestas hechas a la medida, no tendrían necesidad de gastar tantos millones comprando voluntades para respaldar el proyecto reeleccionista, ni del acoso a que están siendo sometidos los partidos políticos, entre ellos el reformista, para que respalden una aspiración que no beneficia ni al país, ni a los partidos, sino a los peledeistas cuya concepción del poder no es otra que el boato y el disfrute de una vida muelle.

Quique Antùn no está cerrado al diálogo, ni a ningún tipo de negociación, si con ello se beneficia el país y a los reformistas en general. Lo que nuestro líder nunca va a patrocinar son los irritantes privilegios del pasado en términos de oportunidades para reformistas que trabajan, ni mucho menos va a certificar acuerdos contrarios al interés de la República.