Sergio Acevedo.
Uno de los retos más importantes que tienen las organizaciones políticas ante sí, es la de mantener su vigencia y su permanencia dentro del tiempo y el espacio que le ha tocado interactuar como entes aglutinantes y depositarios de la representación de los ciudadanos.
En nuestro país, los partidos políticos, la más alta y genuina identidad orgánica de interacción social ciudadana, desde los prolegómenos de la fundación de la República, han basado su existencia en la lucha entre caudillos que han estado lidiando entre sí por la conquista del poder, el cual era la vía para satisfacer las ambiciones personales del caudillo y de los grupos sociales que le apoyaban.
Sergio Acevedo.
Uno de los retos más importantes que tienen las organizaciones políticas ante sí, es la de mantener su vigencia y su permanencia dentro del tiempo y el espacio que le ha tocado interactuar como entes aglutinantes y depositarios de la representación de los ciudadanos.
En nuestro país, los partidos políticos, la más alta y genuina identidad orgánica de interacción social ciudadana, desde los prolegómenos de la fundación de la República, han basado su existencia en la lucha entre caudillos que han estado lidiando entre sí por la conquista del poder, el cual era la vía para satisfacer las ambiciones personales del caudillo y de los grupos sociales que le apoyaban
Esos partidos tuvieron todo el mismo final, todos desaparecieron con la muerte del caudillo y, en algunos casos, con su retiro de la vida pública. El último gran partido en desaparecer del escenario fue el de Trujillo, de cuyos miembros se nutrieron tanto el PRD, como el antiguo Partido Reformista hoy nutrido, desde la perspectiva doctrinaria, a la Democracia Cristiana.
Desde la desaparición de la tiranía hasta nuestros días, los partidos políticos han tenido que ser actores y testigos de profundas crisis económicas, ajustes estructurales, constantes reformas institucionales, conflictos armados, violencia política, corrupción galopante, y confrontaciones diversas, todo ello en el marco de profundos niveles de desigualdad social y extrema pobreza que en las últimas décadas se han acentuado, a pesar de que nuestra economía crece año tras año el producto de ese crecimiento se queda en pequeños grupos, regularmente ligados al poder.
En el plano político, estamos en presencia de un estado de cosas que amenaza seriamente la integridad de los partidos, debido a la existencia de un agrupamiento con visible vocación autoritaria que utiliza el poder para nutrirse por absorción de partidos tradicionales cuyos aportes a la democracia dominicana son incuestionables.
El PRSC fue víctima de esa política feroz, depredadora, que mantuvo nuestra entidad al borde de la extinción, de no ser por la valiente, eficiente, sabia y puntual estrategia implementada por nuestro líder, Quique Antùn, de cambiar de rumbo para preservar el partido, con lo que el PRSC mantuvo su vigencia, mejoró considerablemente su presencia en los órganos de la representatividad popular y, nos pone en perspectiva para la lucha objetiva por el poder.
Quique Antùn ha salvado el partido, pero también lo ha revolucionado y lo encamina hacia su consolidación para que el PRSC asuma los retos de la democracia, no esa democracia inorgánica que convoca al pueblo a depositar su voto cada cuatro años, sino una democracia funcionar que se convierta en empleos, viviendas, salud, educación, agua, comida y libertad de participación en el diseño de un modelo de sociedad que favorezca la inserción social y el bienestar de todos.
Tenemos que aprovechar a Quique si en verdad somos reformistas, si en verdad queremos nuestro partido y somos compromisarios del pensamiento social y económico de Balaguer. No hay duda de que Quique es el principal activo que tiene el PRSC, es un político militante, aguerrido, brillante y lúcido, con un entrenamiento espectacular de la política, con una vocación que le he innata y una decisión irrevocable de salvar al PRSC para que este instrumento de la reivindicación social, salve al país.
No podemos mirar hacia atrás, ni tampoco entretenernos con luchas bizantinas que siempre resultan improductivas y baldías, el futuro de nuestro partido está lleno de luces, porque tenemos los ingredientes esenciales para triunfar. Tenemos que fortalecer la política del líder dando cada vez mayor apertura hacia los jóvenes y hacia la mujer.
Quique Antùn nos conducirá hacia la victoria total, esperemos su señal para que hagamos la revolución interna, incorporando nuevas tecnologías para hacer política y, al mismo tiempo, interactuando con los grandes núcleos poblaciones organizados desde la plataforma sectorial y clasistas, tendremos un partido moderno, democrático, representativo e interprete decidido de las aspiraciones populares. Aprovechemos a Quique para que nuestro partido mantenga su permanencia en el tiempo y el espacio.