Por Sergio Acevedo. 

La preocupación del líder del Partido Reformista Social Cristiano, ingeniero Quique Antún, con relación a los niveles de pobreza y desigualdad social en que viven importantes núcleos de dominicanos, no obstante los altos índices de crecimiento que registra nuestra economía, tiene su fundamento en la falta de equidad en la distribución de los recursos,

Por Sergio Acevedo. 

La preocupación del líder del Partido Reformista Social Cristiano, ingeniero Quique Antún, con relación a los niveles de pobreza y desigualdad social en que viven importantes núcleos de dominicanos, no obstante los altos índices de crecimiento que registra nuestra economía, tiene su fundamento en la falta de equidad en la distribución de los recursos, lo que plantea la urgencia de que se produzcan cambios estructurales que permitan la incorporación de los sectores preteridos al disfrute de ese crecimiento, al que todos hemos contribuido con nuestro trabajo. 

La política económica seguida por los últimos gobiernos ha tenido como fundamento el privilegio hacia el capital, mientras se descuida a los otros componentes de la producción de riqueza, entre ellos, al hombre, sin cuyo esfuerzo es imposible la creación de bienes de consumo que satisfagan necesidades humanas. 

El modelo económico está estructurado para que los ricos sean cada vez más ricos, mientras los pobres languidecen ahogados por sus limitaciones y sus incapacidades, para incorporarse al disfrute de un bienestar al que tienen derecho debido a que ha sido generado por los entes productivos, principalmente por ellos, que son los que tiene la mayor carga en el proceso.  

Quique Antún comprende la situación y se adelanta a criticar el afán de lucro desproporcionado de los dueños del capital, su actitud inhumana frente a un fenómeno que constituye un atentado al desarrollo, a la paz y a su propio bienestar, porque ninguna riqueza puede ser estable, ni puede mantenerse en medio de un ejército de seres hambrientos, sin capacidad para satisfacer sus necesidades más elementales. 

Por eso, el líder denuncia al capitalismo salvaje y presenta sus perfiles, y lo califica de atentatorio a la dignidad de la persona humana. Pero, también proclama la necesidad de que se produzcan cambios importantes que permitan modificar el cuadro de la miseria, variando el esquema de distribución de la riqueza, para que más gente puedan acceder a los bienes de la salud y la educación, así como al bienestar en sentido general. 

Y resulta impostergable que los líderes del país se empoderen de esa situación desgarrante y calamitosa, que requiere ser cambiada con urgencia, para que la inseguridad y la violencia no nos consuman como nación. Los cambios hay que iniciarlos desde arriba hacia abajo, porque si son promovidos por los de abajo, entonces los de arriba no sólo están expuestos a perder sus privilegios, sino también, sus propias riquezas. 

Por eso es el llamado de Quique Antún, para que defendamos nuestra riqueza natural, nuestro patrimonio económico, promover el empleo, garantizar el acceso a la educación y la salud, la tutela de nuestra identidad como nación, atender a las necesidades que envuelve a  jóvenes y  mujeres, la inserción social de los dominicanos que habitan en los cinturones de miseria, reducir el desempleo, proteger el medio ambiente e incentivar el desarrollo agroindustrial. 

Quique Antún tiene una visión clara y justiciera con relación al fenómeno de la pobreza, de la desigualdad y la exclusión social, pero también está construyendo el instrumento de poder para impulsar los cambios que habrán de acabar con los privilegios que mantienen en estado de indefensión y postergación social a tantos ciudadanos. Está trabajando en la construcción de un nuevo reformismo, el cual sin lugar a duda nos abre las puertas a la esperanza.