Por Sergio Acevedo.

La sensibilidad social del líder reformista, ingeniero Quique Antùn, se pone de manifiesto, una vez más, al presentar la promesa solemne de que va a dotar de títulos de propiedad a todos los ocupantes de terrenos y viviendas en todo el territorio nacional, con la finalidad de sanear la situación de la propiedad inmobiliaria en la República Dominicana, lo que implica un fenómeno con repercusiones económicas y de amplio impacto social.  

Por Sergio Acevedo.

La sensibilidad social del líder reformista, ingeniero Quique Antùn, se pone de manifiesto, una vez más, al presentar la promesa solemne de que va a dotar de títulos de propiedad a todos los ocupantes de terrenos y viviendas en todo el territorio nacional, con la finalidad de sanear la situación de la propiedad inmobiliaria en la República Dominicana, lo que implica un fenómeno con repercusiones económicas y de amplio impacto social.  

El solo hecho de que los cientos de miles de parcelas, solares y viviendas que desde hace innumerables años están en manos de ciudadanos que han ocupado esos bienes de manera informal, reciban sus respectivos títulos a través de los mecanismos establecidos en la ley, le confiere un valor agregado a esos inmuebles, al tiempo de que se establece una dinámica económica importante por cuanto los adquirientes de esos bienes se convertirán en entes calificados para la realización de operaciones financieras múltiples, como son la venta, arrendamiento, hipotecas, introducción de mejoras, etc.

Todos los actores involucrados en el proceso de titulación prometido por Quique, habrán de salir beneficiados. El Estado porque recibirá ingresos importantes por medio del pago de los impuestos, los usufructuarios de los bienes debido a que los mismos automáticamente habrán de aumentar su valor y podrán participar en el mercado formal de financiamientos para la introducción de mejoras que amplíen el valor  del inmueble. 

 Quique Antún es el único candidato que en la actualidad está haciendo propuestas de facturas social avanzadas, las cuales están orientadas hacia la satisfacción de necesidades puntuales de la población y, de un modo muy especial, de los sectores marginados carentes de todo tipo de insumos que les permitan vivir en condiciones  dignamente aceptables.

El candidato reformista está convencido de la necesidad de que en el país se realicen cambios estructurales importantes que permitan una distribución más justa y equitativa de la riqueza, pero también entiende que la riqueza hay que crearla y que, para alcanzar esa meta, se precisa la conjunción armoniosa y justa de los factores generadores, fundamentalmente, el trabajo y el capital.

Sin capital no hay trabajo, y sin trabajo no puede haber capital, ambos elementos deben de actuar juntos en el cumplimiento de su misión creadora, en armonía y con sentido de justicia. No se crea riqueza actuando de manera egoísta, lo que implica que el capital tiene que multiplicarse por medio del trabajo, y este debe recibir los beneficios suficientes para vivir de manera decorosa, esto es, tener asegurados  los medios de alimentación, educación salud, vivienda y otros.

En las visitas de promoción de su candidatura que efectúa a las diferentes comunidades del país, el candidato del PRSC ha demandado cambios estructurales importantes y ha prometido resolver problemas que gravitan en la vida del país desde hace años, sin que los diversos gobiernos hayan enfrentado con energía.

El problema energético que tanto agobia a los dominicanos, ha sido una de las prioridades de Quique Antùn, a lo igual que la rehabilitación de la industria azucarera, otrora fuente generadora de cientos de miles de empleos y que fuera en su momento el sostén fundamental de nuestra economía debido a la gran cantidad de divisas que genera. Esa industria azucarera que Quique va a rehabilitar fue víctima de una celada orquestada por una conjunción de poderes económicos nacionales e internacional, cuyo objetivo fue el de destruir el consorcio estatal, el más productivo, para que sea el sector privado el que reciba los beneficios de esa explotación casi monopólica, lo mismo que de la cuota preferencial establecida por el mercado norteamericano.

Nuestro país pasó de exportador a importador del dulce, ya que los productores privados no contaban con la capacidad instalada suficiente para atender el consumo doméstico y los compromisos internacionales. Los precios internos se dispararon, como sucede siempre, nuestro país vendía el producto a precios más baratos en el exterior, que los precios de ventas a nivel local.

Esa es la diferencia entre Quique y los políticos tradicionales que tenemos en el país. Quique trabaja por el bien común, su agenda está estructurada dándole prioridad a la solución de problemas que gravitan negativamente contra los dominicanos. Su norte es ayudar a la juventud, generar fuentes de empleos, facilidades para el estudio. Lo mismo que a las mujeres, crear las condiciones para que se eduquen, se incorporen al trabajo productivo y se conviertan en dueñas de absoluta de su existencia.