Por Sergio Acevedo.

La ola especulativa desatada en el país en los últimos meses está diezmando la capacidad de compra de los dominicanos y, consecuentemente, está empobreciendo cada vez más a los grupos más vulnerables de la población, cuyo poder adquisitivo no les permite comprar los artículos de primera necesidad a los precios en que se están vendiendo en los centros de expendios.

Por Sergio Acevedo.

La ola especulativa desatada en el país en los últimos meses está diezmando la capacidad de compra de los dominicanos y, consecuentemente, está empobreciendo cada vez más a los grupos más vulnerables de la población, cuyo poder adquisitivo no les permite comprar los artículos de primera necesidad a los precios en que se están vendiendo en los centros de expendios.

Es cierto que el país sufrió en el presente año los embates de una sequía prolongada que afectó sensiblemente todas las áreas de producción de rublos agrícolas y ganaderos, lo que implica necesariamente que se produzcan determinados niveles de escasez y, consecuentemente, alzas en los precios de los bienes escaseados.

A este fenómeno se le agrega el apetito voraz e insaciable de los intermediarios en la cadena de comercialización, quienes validos de múltiples subterfugios y de prácticas agiotistas, han estado encareciendo todos los productos de la canasta familiar a niveles alarmantes, lo que se refleja en artículos de demandas populares como es el plátano, cuyo precio excede los 30 pesos por unidad.

Igual situación se presenta en la venta de otros productos, tales como el ajo, la cebolla, las harinas, el aceite, los condimentos, el arroz y otros. Precisa decir que la situación es alarmante y altamente preocupante, porque no se vislumbra ningún empeño de las autoridades en conjurar esta situación y antes, por el contrario, lo que se ve es un estado de indiferencia que tiene a los dominicanos al borde de la desesperación.

Precisa decir, en términos absoluto, que si el cuadro actual con relación a la comercialización de los productos de demandas populares no es peor, se debe a la gran cantidad de presas y obras de regadío construidas durante los gobiernos de Balaguer, las cuales, a pesar de los bajos caudales registrados a consecuencia de la sequía, estuvieron aportando agua para el consumo humano, así como para las actividades agrícolas y ganaderas.

La visión de hombre de Estado de Balaguer, su amor al campo y su fervor por darle comida barata y abundante a la gente, fueron las claves de su política en materia agrícola. Hizo una revolución en cuanto al régimen de tenencia de la tierra, construyo todas las infraestructuras existentes en el país, desde presas, canales, caminos y, lo más importante, dignificó al hombre del campo dotándolos de las herramientas necesarias para su progreso y liberación social y económica.

Esa política de apertura hacia el campo fue miserable excluida por los gobiernos subsiguientes, los cuales eliminaron la producción  agrícola para darle paso a la importación indiscriminada mediante el otorgamiento de cuotas y permisos con el único interés de enriquecer a funcionarios del más alto nivel  gubernamental y a empresarios con esas concesiones privilegiadas.

Mientras unos pocos se hicieron inmensamente ricos y poderosos, los productores se fueron empobreciendo cada vez más, y el país ha estado sufriendo las inclemencias de una elevación sin precedente en la comercialización de bienes alimenticios, a pesar de los bajos precios experimentados en la venta de los principales insumos en el mercado internacional, así como de los combustibles.

Obviamente que estamos en presencia de una enorme distorsión en materia de comercialización, el país está recibiendo los productos a niveles prohibitivos, la gente se está desangrando pagando precios que están muy por encima de su capacidad, simplemente para beneficio de unos cuantos poderosos y del gobierno, cuya vocación para la captación de impuesto lo hace un auténtico depredador.

El PRSC, bajo la dirección de su líder, Quique Antùn, reafirma en su demanda la política de Balaguer hacia el campo, cuyo objetivo es el de producir más alimentos baratos, productos que lleguen al pueblo en condiciones óptimas de calidad y precios para que todos los componente del proceso, desde el productor hasta el consumidor final, se beneficien de manera justa, sin desmedro de ningún sector.

Quique Antùn està trabajando afanosamente para darle continuidad a la política de Balaguer en materia social y económica, utilizando todas las herramientas modernas que hoy la ciencia pone a nuestra disposición, para hacer una revolución liberadora, una revolución que nos eleve como persona y que nos haga digna de nuestra condición humana.

Quique Antùn es un activo del presente que se proyecta de un modo irreprochable hacia el porvenir, es el modelo de político moderno y actual. Un político de su época con dones de Estadista que resaltan el crisol de sus virtudes forjadas y maduradas a través de una práctica cada vez más enriquecida por el trajinar de la lucha por el cambio que demanda el país, para terminar con los privilegios y detener las injusticias que nos mantienen, no solamente en un estado de postergación social, sino que también nos amenaza con la dictadura.