Por Sergio Acevedo.

La propuesta de Gobierno de Unidad Nacional, presente en el escenario político del país, no debe convertirse en un mecanismo de repartición de cargos entre las diversas fuerzas políticas llamadas a su integración, 

Por Sergio Acevedo.

La propuesta de Gobierno de Unidad Nacional, presente en el escenario político del país, no debe convertirse en un mecanismo de repartición de cargos entre las diversas fuerzas políticas llamadas a su integración, sino en un espacio de participación popular que permita atacar los tangibles problemas económicos y sociales que nos abaten desde hace más de medio siglo, al tiempo que debe convertirse en un diálogo fructífero para fortalecer la democracia.

El apoyo brindado por el PRSC a la reforma constitucional que facilite la reelección del actual presidente de la República, es un ejercicio de plena democracia que se manifiesta en sintonía con las más añejas tradiciones reformistas, pero que de modo alguno desvirtúa la independencia proclamada por nuestro partido y su líder, Quique Antún.

El Partido Reformista Social Cristiano tiene un programa propio de fuerte contenido social, orientado, fundamentalmente, hacia la erradicación de la pobreza extrema que nos afecta. La política reformista está diseñada de manera independiente de las demás agrupaciones políticas que interactúan en el país.

Nuestro partido se prepara para la conquista del poder y, consecuentemente, hacer una revolución económica-social que nos libere del hambre y la miseria, somos una entidad independiente que está trillando su propio camino hacia el poder.

Quique Antún es el reformista de mayor compromiso, ha sido por décadas el dirigente político democrático cuya voz ha sonado más alto, después de Balaguer, para demandar cambios estructurales importantes en la distribución de la riqueza y ha proclamado con mayor fervor la justicia social como factor de redención y de dignificación humana.

Por ese motivo, nuestro líder no pondrá obstáculos a la concretización de un Gobierno de Unidad Nacional, pero tampoco acudirá a la cena de Baltazar en busca de cargos y canonjías sino, por el contrario, llegado el momento, acudirá a defender los intereses del país inspirado en los más nobles propósitos de eliminación de las cadenas que postergan al ciudadano y lo excluyen de la sociedad.

Lo principal es que el modelo económico vigente está agotado, mediante su implementación no se ha resuelto ni uno solo de los problemas vitales del país, por el contrario, es el causante de la pobreza que invade a los dominicanos, porque no obstante su crecimiento en términos de inversiones, los dividendos han sido desiguales, unos pocos son extremadamente ricos, mientras que la inmensa mayoría es extremadamente pobre.

No puede pensarse en la pobreza como un elemento declamatorio, ella está presente y la vemos por donde pasamos. La pobreza es hambre, falta de techo, insalubridad, enfermedades, analfabetismo, desempleo, inseguridad, corrupción, impotencia por la ausencia de justicia, la falta de representación, en fin, la ausencia de libertad y democracia.

Estos son males que hay que atacar de inmediato, debido a que los mismos no tienen espera. Quique Antún ha estado levantando esos estandartes en su lucha contra la pobreza. Banderas que debería flamear desde las astas de todos los partidos democráticos, pero no ha sido así en razón de que todos los partidos del país, excepto el PRSC, han desertado de sus originales prédicas, se han convertido en verdaderos apóstatas de sus principios prístinos.

Es por eso que nuestro partido debe aceptar el reto de participar en el Gobierno de Unidad Nacional, independientemente de los resultados del torneo electoral venidero, pero siempre desde la perspectiva de producir cambios estructurales que permitan la solución definitiva de los problemas que padecemos, sin que se vislumbre soluciones en el corto plazo.

En este sentido, debemos diseñar un proyecto político de nación que recoja, con renovación y solidez, los desafíos de la sociedad. Aunque nuestra meta es la de alcanzar el poder para convertirnos en los actores del cambio, debemos estar prestos a realizar siempre una oposición leal y constructiva como nos lo ha enseñado Balaguer.

Un Gobierno de Unidad Nacional tiene que estar fundamentado en una propuesta de cambios estructurales que provean reformas en los diferentes ordenamientos, si en verdad aspiramos a erradicar la pobreza y, consecuentemente, promover el desarrollo humano. Tenemos que modernizar el Estado para introducirle las innovaciones tecnológicas que ayuden a la eficiencia de la gerencia.

Se precisa con urgencia una reforma integral del sistema judicial, así como del régimen migratorio, el modelo fiscal, el sistema de salud y de educación, incluyendo la educación superior, la producción agrícola, el turismo. Las remesas como fuentes generadoras de empleos.

El país demanda una reforma profunda al sistema eléctrico que facilite un servicio eficiente, sin apagones y a precios justos. Hay que transparentar el precio de los combustibles y desmontar los subsidios en todos los renglones debido a que los sacrificios que hace el Estado en ese sentido, no contribuyen a aliviar las cargas a los ciudadanos, sino que los mismos se prestan para actos de corrupción.

En fin, un Gobierno de Unidad Nacional de amplia base, en el cual estén presentes los partidos más importantes del país, al igual que la sociedad civil, los empresarios, trabajadores y los grupos religiosos, entre otros, será la solución a los problemas que nos agobian por muchos años y nos sumergen en el atraso, en la inseguridad, en la exclusión social, en fin, en la pobreza extrema.